La economía española crecerá este año más del doble que la media del conjunto de la zona euro, según la Comisión Europea: un 2,2% frente a un 0,8%. Para el Banco de España, el mejor rendimiento español frente a sus pares europeos se debe, principalmente, a la composición de su PIB, marcada por los servicios. A ello se añade una menor exposición tanto a los vaivenes de China —responsable en buena parte de la ralentización global— como a los shocks energéticos, que han lastrado a la industrializada Alemania. Estas son algunas de las conclusiones de un artículo publicado por el Boletín económico del banco este lunes.
“La mayor fortaleza reciente de la actividad en España estaría relacionada, en parte, con el mayor peso en el valor añadido bruto (VAB) de los servicios de mercado, en particular de los vinculados al sector turístico, como el transporte de viajeros, la hostelería y las actividades de ocio, que alcanza el 11,4%, frente al 7,3% del área del euro o al 5,3% de Alemania”, apuntan los economistas del Banco de España en su artículo. Al turismo se han sumado los servicios no turísticos, como los servicios de información y comunicaciones y las actividades profesionales y técnicas, que han mostrado un “dinamismo” impulsado por los fondos europeos.
A un mayor peso de actividades que se mantienen dinámicas, se suma que, aquellas que más están sufriendo estos últimos meses, tienen menor relevancia en el PIB español: las manufacturas pesan menos en España (2,5%) que en el conjunto del área del euro (2,7%), una diferencia que se agranda si la comparación es con Alemania (3,3%). El sector ha acusado especialmente el golpe del shock energético, pero —otra vez— con diferencias por países: “Este comportamiento ha sido menos desfavorable en España que en el conjunto del área del euro y, sobre todo, que en Alemania”. “Podría obedecer a una mayor exposición directa de la industria alemana a las disrupciones derivadas de la reducción de los suministros de gas ruso”, apuntan desde el supervisor bancario.
Menos exposición a China
En una economía globalizada, la exposición a fenómenos externos marca el rendimiento nacional. Igual que ha pasado con la dependencia del gas ruso, se ha reflejado en la sensibilidad del resto de los países europeos a la salud de la economía china. De acuerdo con el Banco de España, aunque la exposición de España a China ha aumentado notablemente en los últimos años —hasta situarse en el 1,2% del VAB en 2018, 0,9 puntos porcentuales más que en 2005—, esta dependencia es, en términos comparativos, casi la mitad de la del área del euro en su conjunto (2% del VAB). Alemania es la más expuesta a la economía asiática (2,7% del VAB) y, de nuevo, la más perjudicada por el rendimiento menor del gigante asiático.
“Como consecuencia, una desaceleración de la economía china tendría un impacto inferior, por los canales comerciales, sobre la economía española que sobre otros países de nuestro entorno”, concluyen los economistas del Banco de España, que apuntan a otro factor relacionado con China para explicar el mejor rendimiento español frente a Alemania, la primera economía del euro: aunque importante, el peso de la industria automovilística es menor en España, y sufre menos tanto los cuellos de botella como la ingente competencia asiática en coches eléctricos.
Aunque la casi totalidad de los servicios de estudios prevén que el año que viene España siga creciendo por encima de la media de la eurozona, la diferencia se va a achicar. Hay un consenso entre los expertos en que la economía española se dirige hacia una ralentización. Para el Banco de España, la mejor evolución de la economía española en relación con la del área del euro prevista para los próximos trimestres dependerá, entre otros factores, de “cómo se traslade el menor crecimiento de las manufacturas a los servicios y del dinamismo del sector turístico”. Por lo pronto, las patronales turísticas confían en poder alargar el dinamismo veraniego en estos meses.
De cara a los próximos meses, los economistas del Banco de España advierten de que los servicios más demandados por la industria manufacturera “podrían ser arrastrados por la evolución de las ramas industriales a las que sirven como proveedores”. Además, la fortaleza de las exportaciones turísticas podría verse limitada por el final del verano y el agotamiento de la demanda embalsada tras la pandemia.
Fuente: elpais.com