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Colombia en su lucha contra el turismo sexual pone a Bogotá y Medellín en el centro del debate

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El turismo sexual en Colombia emerge como un desafío creciente, especialmente destacado en ciudades clave como Bogotá y Medellín. Este fenómeno, que algunos medios erróneamente etiquetan como un «paraíso», está asociado con una serie de delitos graves y preocupaciones sociales profundas.

Piloto para erradicar la explotación sexual comercial infantil

En Bogotá, un nuevo proyecto piloto llamado «Quinta Paredes» está siendo implementado para abordar la explotación sexual de niñas, niños y adolescentes en áreas turísticas y de eventos. Esta iniciativa no solo busca prevenir el abuso mediante estrategias intersectoriales, sino también fomentar la participación ciudadana en la protección de menores. La zona de Quinta Paredes, conocida por su alta actividad turística y eventos comerciales, que cuenta con 2922 empresas activas y 193 prestadores de servicios turístico, se ha identificado como un punto crítico para estas prácticas ilícitas.

Dura realidad

Por otro lado, Medellín enfrenta desafíos similares. Datos alarmantes revelan un aumento significativo en llamadas reportando delitos sexuales, incluyendo un preocupante incremento del 200% en casos asociados con la explotación sexual infantil. Entre los visitantes internacionales, un 57% son hombres con una edad promedio de 37 años, muchos de los cuales buscan ocio, pero lamentablemente también se involucran en actividades ilegales.

El impacto económico de este tipo de turismo es notable, con un 7% del PIB de Medellín proveniente de gastos asociados con este sector en 2023. Sin embargo, estas cifras no reflejan las consecuencias sociales y legales negativas que acompañan al turismo sexual, como la falta de oportunidades económicas y el incremento en la criminalidad.

A pesar de los esfuerzos del gobierno local por abordar este problema, las medidas actuales parecen insuficientes para erradicar la explotación sexual de raíz. Las críticas se centran en la falta de recursos para el control efectivo y la preocupación por el desplazamiento del problema a comunidades más vulnerables debido a las restricciones en áreas específicas como el Poblado en Medellín.

En resumen, Colombia se enfrenta a un desafío complejo que requiere un enfoque integral que no solo reprima la actividad delictiva, sino que también atienda las causas subyacentes que perpetúan la explotación sexual. Solo así se podrá avanzar hacia un turismo ético y responsable, donde todos los visitantes puedan disfrutar de las bellezas naturales y culturales del país sin temor ni explotación y, sobre todo abogando por la seguridad de las visitas y residentes.