El turismo en España es una fuente crucial de ingresos, con más de 40 millones de turistas internacionales en los primeros meses del año, siendo el Reino Unido el principal emisor. Sin embargo, la creciente preocupación por la masificación turística provocó manifestaciones en ciudades como Barcelona, Málaga y Palma de Mallorca. Esta saturación, especialmente en las regiones costeras durante la temporada alta, generó cierto malestar entre los residentes.
En respuesta, la presidenta de Baleares, Marga Prohens, anunció la implementación de medidas para controlar el turismo masivo en las islas, buscando un equilibrio entre la acogida de turistas y la calidad de vida de los ciudadanos. Estas medidas incluirán un límite a la afluencia turística, así como un proceso de transformación del modelo económico de Baleares, promoviendo la reindustrialización y la atracción de inversiones.
Además, los turistas británicos que planeen visitar España deberán cumplir con ciertos requisitos adicionales, como comprobantes de alojamiento, información sobre la visita a familiares y amigos, y demostrar solvencia económica, con un mínimo de 113,40 euros por persona y día durante su estancia. Esto generó reacciones en el Reino Unido, siendo considerado como un cambio significativo en las políticas de viaje hacia España y por lo tanto las autoridades alertaron a sus residentes, pensar más de una vez al momento de organizar un viaje a tierras españolas.