El gobierno italiano está evaluando un considerable aumento del impuesto turístico, que podría elevar el costo máximo a 25 euros por noche en las habitaciones cuyo precio supere los 750 euros, duplicando así el límite actual de 10 euros. La ministra de Turismo, Daniela Santanchè, argumenta que esta medida mejoraría los servicios y sensibilizaría a los turistas sobre su impacto en los destinos.
El nuevo esquema propuesto contempla una escala de precios: 5 euros por noche para alojamientos de menos de 100 euros, 10 euros para los que cuestan entre 100 y 400 euros, 15 euros para aquellos entre 400 y 750 euros, y 25 euros para las habitaciones más caras.
Santanchè, miembro del partido de la primera ministra Giorgia Meloni, defiende esta iniciativa como necesaria para mejorar la infraestructura turística del país. Sin embargo, la propuesta generó rechazo en el sector, especialmente entre asociaciones como Federalberghi, que representa a pequeñas y medianas empresas hoteleras. Esta organización argumenta que la nueva carga financiera podría frenar el desarrollo del turismo en lugar de estimularlo.
Federturismo, otra importante asociación del sector, criticó la administración de los fondos recaudados por los ayuntamientos. Su presidenta, Martina Lalli, sostiene que, en muchos casos, los ingresos del impuesto turístico no se destinan a servicios para los visitantes, sino a cubrir déficits municipales. Además, cuestionó el uso de estos fondos para solucionar problemas urbanos, como la reparación de calles, en lugar de enfocarse en mejorar la experiencia turística.
El debate subraya la tensión entre la necesidad de financiar servicios municipales y la importancia de mantener una oferta turística atractiva. El gobierno italiano defiende la propuesta como un paso necesario para preservar la calidad de los destinos, mientras los críticos temen que disuade a los turistas y afecte negativamente a la economía local.