Por Mary de Aquino
Hoy en día, Lisboa es reconocida como una de las ciudades más importantes y globales de Europa, destacándose como centro político, económico y cultural de Portugal. Se convirtió en la capital del Reino de Portugal en 1255, cuando reemplazó a Coimbra, tras ser conquistada en 1147 por Alfonso I, el primer rey portugués. Antes de eso, en el siglo VIII, la ciudad fue capturada por los moros.
Mucho antes, tras la caída del Imperio Romano en el siglo V, Lisboa fue gobernada por tribus germánicas, como los visigodos. Durante el periodo romano, la ciudad era conocida como Felicitas Julia, nombre otorgado por Julio César, quien la transformó en un municipio, ampliando su nombre original, Olissipo. Antes de esto, Lisboa fue establecida por tribus pre-celtas y fenicias, marcando el comienzo de su larga historia como una de las ciudades más antiguas del mundo y la segunda capital europea más antigua, después de Atenas.
Un retrato de la Parroquia Lisboeta
Ubicado en la zona occidental de Lisboa, el barrio de Belém es uno de los puntos más emblemáticos de la capital portuguesa, inmortalizado por su asociación histórica con los descubrimientos marítimos y la grandeza de la época manuelina. Esta parroquia, que se extiende por 10,43 km² y alberga a más de 16 mil habitantes, cuenta con un conjunto amplio y diverso de monumentos y espacios culturales, testimonios de una Lisboa que fue cuna de importantes logros históricos.
Belém, asociada a los Descubrimientos desde el reinado de D. Manuel I, tiene como patrona a Nuestra Señora. Actualmente, es una de las zonas más turísticas de Lisboa, ofreciendo museos, parques y jardines, además de un agradable ambiente ribereño con cafés y paseos públicos.
Monumentos e historia
La Torre de Belém, erigida entre 1514 y 1519 bajo la supervisión del ingeniero militar Francisco de Arruda, es un ícono de la arquitectura manuelina. Originalmente situada en una isla del río Tajo, la torre fue un punto de defensa y también simbolizaba el poderío marítimo de Portugal. La fortificación es famosa por su ornamentación detallada, que incluye elementos simbólicos como la esfera armilar y las cruces de la Orden de Cristo. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983, la torre es uno de los monumentos más visitados del país.
No muy lejos, el Monasterio de los Jerónimos, otra joya del estilo manuelino, data del reinado de D. Manuel I. Construido entre 1501 y 1600, el monasterio fue destinado a la Orden de San Jerónimo y sirvió como sepultura para varios miembros de la familia real portuguesa, incluido el infante Don Enrique. El monasterio, que también forma parte del conjunto de Patrimonios Mundiales de la UNESCO, es uno de los mejores ejemplos de la opulencia del periodo, con su exuberante portal y fachadas detalladas.
Otro punto de interés histórico es el Museo de la Marina, instalado en el ala oeste del Monasterio de los Jerónimos. Fundado en 1863, el museo alberga una vasta colección sobre la historia naval de Portugal, destacando las embarcaciones y los instrumentos utilizados durante la Era de los Descubrimientos.
Cultura y arte contemporáneo
Belém también es un polo de arte contemporáneo, representado por el Centro Cultural de Belém (CCB), inaugurado en 1993. Con una arquitectura imponente, el CCB combina auditorios, galerías y jardines, además de ser un punto central para espectáculos, exposiciones y eventos culturales. El centro alberga el Museo de Arte Contemporáneo y realiza diversas actividades que atraen a públicos de todas las edades.
La Central Tejo, también conocida como Museo de la Electricidad, representa la memoria industrial de la ciudad. Situado en las instalaciones de la antigua central eléctrica de Lisboa, el museo ofrece una exposición interactiva sobre la historia de la electricidad, con un enfoque en energías renovables y prácticas sostenibles.
Patrimonio y arquitectura histórica
Además de los monumentos más conocidos, Belém también ofrece diversos palacios y edificios de relevancia histórica. La Casa Noble de Lázaro Leitão Aranha, por ejemplo, es una construcción del siglo XVIII, con una notable arquitectura barroca, que actualmente es sede de la Universidad Lusíada. La Cordoaria Nacional, por su parte, fue inaugurada a finales del siglo XVIII para la producción de materiales náuticos y hoy es un espacio de exposiciones temporales y arte contemporáneo.
Pasteles de Belém
Desde food trucks a la orilla del río Tajo, que ofrecen ostras, espumoso y vinos portugueses, hasta los maestros del tradicional pastel de nata, los famosos pasteles de Belém, no se puede hablar de Belém sin mencionar sus célebres Pasteles de Belém, una verdadera institución en la ciudad. Con una receta secreta transmitida de generación en generación desde 1837, los pasteles son una de las delicias más reconocidas de la gastronomía portuguesa. Producidos artesanalmente en la Antigua Confitería de Belém, cerca del Monasterio de los Jerónimos, siguen siendo un símbolo de sabor y tradición, atrayendo tanto a turistas como a locales.
Otros destinos y monumentos
El barrio de Belém cuenta con otros lugares de interés, como el Monumento a los Descubrimientos, que celebra a las figuras históricas de la Era de los Descubrimientos, y el Museo Nacional de los Coches, cuya colección de carruajes reales remonta al periodo de la monarquía portuguesa. El Fuerte del Alto do Duque, ahora sede de la División de Investigación Criminal de la PSP, también forma parte del patrimonio histórico de Belém.
Con sus diversas capas de historia, arte y cultura, Belém es un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan, proporcionando a los visitantes una experiencia única a orillas del río Tajo. Desde las fortalezas que marcaron la defensa de la ciudad hasta los espacios culturales modernos, el barrio sigue siendo uno de los destinos más icónicos y significativos de Lisboa.