En un discurso emitido por cadena nacional el día de ayer, el presidente Javier Milei generó controversia al destacar los avances de Argentina en términos de libertad económica y anunciar medidas clave para el futuro del país: «Hace un año, nos encontrábamos entre los peores 35 países del mundo en el ranking de libertad económica. Hoy ya nos encontramos en la mitad superior de la tabla y no vamos a parar hasta convertirnos en el país más libre del mundo. Por eso, nuestro objetivo es hacer 3.200 reformas estructurales más antes de terminar nuestro mandato», afirmó.
Entre las promesas más relevantes para el sector económico, Milei destacó la eliminación del cepo cambiario «para siempre» y la implementación de la libre competencia de monedas a partir de 2025.
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De concretarse estas medidas, los turistas extranjeros podrían utilizar dólares u otras monedas en sus transacciones en Argentina, lo que facilitaría las compras y podría impulsar el turismo receptivo. Esta flexibilidad monetaria eliminaría la necesidad de cambiar divisas a pesos y podría hacer más atractiva a Argentina como destino internacional. Además, el fin del cepo cambiaría drásticamente la experiencia de los argentinos que desean viajar al exterior, permitiéndoles acceder a divisas sin restricciones.
Por otro lado, el presidente de la Nación también anunció una propuesta para eliminar trabas arancelarias dentro del Mercosur y la intención de firmar un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Estas medidas podrían facilitar el flujo de turistas entre países de la región y estimular un mayor intercambio económico y cultural.
Sin embargo, las apuestas económicas no están exentas de riesgos. Si la implementación de estas políticas fracasa, podría derivar en volatilidad cambiaria que afecte los precios, una inflación descontrolada que eleve los costos de servicios turísticos, o una incertidumbre que frene inversiones en infraestructura. Además, posibles conflictos sociales y tensiones podrían erosionar la percepción de estabilidad y seguridad, elementos esenciales para atraer a turistas internacionales.
El futuro del turismo argentino depende de un delicado equilibrio: si la jugada sale bien, el país podría convertirse en un imán para viajeros; si sale mal, el sector podría enfrentarse a una tormenta perfecta de caos económico y social.