Mongolia, con su vasto territorio de más de un millón de kilómetros cuadrados y una población de apenas 3,4 millones de habitantes, emerge como un destino único para familias y viajeros solitarios que buscan desconexión, aventura y paisajes fuera de lo común. Este país sorprende por su autenticidad y diversidad, desde el gran desierto de Gobi hasta las majestuosas montañas de Altái y sus impresionantes lagos cristalinos.
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El desierto de Gobi: silencio y maravillas naturales
El desierto de Gobi, uno de los más grandes del mundo, es un lugar que todo viajero debería visitar al menos una vez en la vida. Rodeado por las montañas de Altái y las estepas mongolas, este impresionante paisaje fue parte fundamental de la Ruta de la Seda. Una de las atracciones más destacadas son las dunas de Khongor, conocidas como las “dunas cantarinas” debido al suave sonido que producen al moverse, como si un avión estuviera sobrevolando. Con una extensión de 180 kilómetros y alturas de hasta 200 metros, recorrerlas a lomos de un camello bactriano al atardecer y presenciar la puesta del sol es una experiencia inigualable.
Cerca de allí, en Bayanzag, se encuentran las famosas Flaming Cliffs o colinas de fuego, donde se realizaron descubrimientos paleontológicos históricos, incluyendo los primeros fósiles completos de dinosaurios y huevos fosilizados en 1932. Además, el área de Ulaan Yavar, con sus acantilados multicolores y rica fauna —desde leopardos de las nieves hasta gacelas y antílopes—, merece una visita obligada para los amantes de la fotografía y la vida salvaje.
Montañas doradas de Altái: naturaleza y cultura
En el extremo oeste de Mongolia, a más de 1.000 kilómetros de la capital Ulán Bator, se alzan las montañas doradas de Altái, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Esta región, parte del parque nacional Altái Tavan Bogd, es un paraíso para excursionistas y alpinistas experimentados, con el pico Khuiten Uul alcanzando los 4.374 metros. Aquí también se encuentran los petroglifos de Shiveet Khairkhan, grabados rupestres de la Edad de Bronce que retratan figuras humanas y animales salvajes.
Lagos de ensueño: naturaleza prístina y biodiversidad
Mongolia alberga algunos de los lagos más impresionantes del planeta. El lago Khövsgöl Nuur, con más de 2.000 kilómetros cuadrados, es el segundo más grande y el más profundo del país. Este espejo de aguas cristalinas contiene hasta el 2% del agua dulce del mundo y se mantiene prácticamente libre de contaminación, a pesar de estar en una región de pastoreo.
Otros lagos, como los tres lagos de Kherkhruu, rodeados de densos bosques y hábitat de más de 250 especies de aves, y el lago Buuntsagaan, ideal para el avistamiento de pelícanos y otras aves, son paradas obligadas para ornitólogos y amantes de la naturaleza.
Eej Khairkhan: una montaña sagrada
La montaña Eej Khairkhan, también ubicada en el desierto de Gobi, es un lugar sagrado para los mongoles. En esta reserva natural destacan las nueve cazuelas naturales, formaciones rocosas de diferentes tamaños y profundidades. Además, la zona alberga antiguos grabados rupestres y una cueva donde habitó el monje budista Ravdan. Aquí también pueden encontrarse lagartos gigantes y la singular araña amarilla, una especie impresionante pero inofensiva.
Una experiencia que desafía lo común
Mongolia no es solo un destino; es un viaje introspectivo que invita a perderse en paisajes inexplorados, conectarse con culturas nómadas ancestrales y vivir aventuras que difícilmente se encuentran en otro lugar del planeta. Así, Mongolia ofrece la oportunidad de descubrir su vastedad y autenticidad, convirtiéndose en el escape perfecto para quienes buscan lo extraordinario.