Armando de la Garza, columnista de Tres60.travel y director de México Extraordinario, abordó en su columna semanal un tema que sigue generando controversia en la industria turística: la falta de regulación equitativa entre plataformas como Airbnb y las agencias de viajes tradicionales. Para profundizar el análisis, conversó con Julián Arroyo, ex presidente de la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes (AMAV), actual presidente de ComexTour.
Desde México, ambos especialistas coincidieron en señalar que la expansión de Airbnb —si bien representa una innovación atractiva para muchos viajeros— ha generado un fuerte desequilibrio en el ecosistema turístico, especialmente por la ausencia de un “piso parejo” en cuanto a normativas e impuestos.
“No estamos en contra de Airbnb, pero sí de la falta de condiciones equitativas. A las agencias se les exige el Registro Nacional de Turismo, el pago de IVA y otros impuestos que alimentan la promoción del país. A Airbnb no”, explicó Armando de la Garza.
Por su parte, Julián Arroyo recordó que durante su gestión al frente de AMAV, una de las principales disputas giró en torno a la evasión fiscal de estas plataformas durante la pandemia. Mientras las agencias cerraban sus puertas y enfrentaban restricciones operativas, los alojamientos ofrecidos por Airbnb crecían sin rendir cuentas al Estado.
“Fue un reto complejo. Airbnb no pagaba impuestos, mientras nosotros hacíamos malabares para mantenernos a flote. Y ahora, no solo ofrecen hospedaje, también comenzaron a vender experiencias, como lo hacen las agencias, pero sin ser guías certificados ni contar con seguros ni regulaciones”, destacó Arroyo.
El impacto en la hotelería y la vida urbana
Ambos referentes coincidieron en que la problemática va más allá del turismo. Según relataron, la masificación turística en zonas como la Roma y la Condesa —barrios icónicos de Ciudad de México— ha provocado una suba en los precios de la vivienda y un proceso de gentrificación que perjudica a los residentes locales.
“Muchos departamentos se transformaron en Airbnb y ya hasta se cobran alquileres en dólares. Esto expulsa a quienes quieren vivir o trabajar en estas zonas. Además, se han detectado fallas de seguridad, como explosiones o accidentes en departamentos sin supervisión oficial, algo que un hotel regulado no permitiría”, advirtió Arroyo.
Además, alertaron sobre un fenómeno preocupante: hoteles formales que migran parte de su inventario a plataformas como Airbnb para evadir regulaciones y reducir costos operativos.
“Como hotelero, entiendo por qué algunos toman ese camino. La burocracia, los trámites y los permisos son agobiantes. Pero eso también genera ruido en las comunidades: fiestas sin control, molestias a los vecinos y pérdida de identidad local”, señaló De la Garza.
Un debate con múltiples frentes
La comparación entre la situación de Airbnb y la irrupción de plataformas de transporte como Uber también apareció en la conversación. Arroyo lo resumió así: “Esto no es nuevo. El turismo está obligado a cumplir con normas estrictas: placas federales, seguros, revisiones técnicas… mientras que otros actores operan en la informalidad”.
Ambos especialistas concluyeron que el rol del Estado es clave para equilibrar la competencia, proteger al consumidor y garantizar un desarrollo turístico sostenible.
“No se trata de eliminar nuevas plataformas, sino de hacerlas responsables. Hoy muchas venden, pero no contribuyen. Y lo peor: en algunos destinos, su crecimiento desenfrenado está encareciendo la vida de los habitantes locales”, sentenció De la Garza.
Desde Tres60.travel seguiremos acompañando este debate clave para el presente y el futuro del turismo.