La conectividad aérea con China está experimentando una sorprendente paradoja: mientras las aerolíneas occidentales están reduciendo sus vuelos hacia el gigante asiático, las compañías chinas están ampliando sus rutas y frecuencias.
La última en sumarse a esta tendencia es British Airways, que anunció que dejará de volar a Pekín a partir de octubre, alegando una caída en la demanda y el aumento de costos debido al veto ruso que prohíbe sobrevolar su espacio aéreo. Esta decisión se suma a otras aerolíneas como Virgin Atlantic y Qantas, que han tomado medidas similares.
Por otro lado, las aerolíneas chinas, libres del veto ruso, están aprovechando esta retirada occidental para incrementar sus operaciones. Mientras British Airways y otras reducen su presencia, compañías como Air China y China Eastern están expandiendo sus rutas, capitalizando el creciente interés por los viajes dentro y fuera de China.
El tráfico internacional en China fue en aumento desde que se levantaron las restricciones pandémicas, aunque aún no ha alcanzado los niveles previos a 2020.
Sin embargo, la recuperación lenta y una economía inestable hicieron que el enfoque se desplace hacia los viajes domésticos. ¿Está el futuro de los viajes a China en manos de sus propias aerolíneas? Las compañías chinas parecen estar ganando esta carrera, dejando a las occidentales en una posición cada vez más desafiante.
Fuente: Hosteltur.
