En una apuesta por un modelo turístico más sostenible, Barcelona reducirá en un 16 % su capacidad de recepción de cruceros al reordenar su infraestructura portuaria. La decisión, fruto de un acuerdo entre el Ayuntamiento de Barcelona y el Puerto de la ciudad, prevé la eliminación de tres terminales antiguas y la construcción de una nueva, más eficiente y con menor impacto ambiental.
Actualmente, el puerto cuenta con siete terminales —seis operativas y una en construcción—, pero entre 2026 y 2030 se pasará a cinco, derribando las terminales A, B y C, que juntas sumaban capacidad para 12.800 pasajeros. En su lugar se construirá una nueva Terminal C, con capacidad para 7.000 cruceristas y apta para recibir varios barcos de forma simultánea.

El nuevo diseño busca limitar el flujo máximo de pasajeros a 31.000 personas por día para 2030, evitando el colapso turístico y mitigando los efectos del sobre turismo en la ciudad. De no haberse implementado esta medida, se estima que el puerto habría alcanzado una capacidad de 37.000 cruceristas simultáneos en solo dos años, impulsado por la apertura de la Terminal G, operada por Royal Caribbean.
La nueva infraestructura, que estará lista en 2028, priorizará el embarque y desembarque de cruceros que inician o terminan su ruta en Barcelona, así como barcos de lujo o premium con capacidad inferior a mil pasajeros. Esta categoría representa ya un cuarto del tráfico total de cruceristas en la capital catalana.
Con una inversión público-privada de 185 millones de euros, este plan marca un punto de inflexión en la gestión del turismo marítimo, apostando por la calidad sobre la cantidad, y consolidando a Barcelona como un referente europeo en regulación del turismo responsable.