Por Mary de Aquino
Casas del Bosque, Pérez Cruz, Santa Rita y Undurraga revelan la diversidad y sofisticación de los vinos chilenos con un enfoque en la hospitalidad, sostenibilidad y experiencias memorables
Durante los días 29 y 30 de abril, el Atmosfera Chile transformó el Edificio Berrini ONE, en São Paulo, en un verdadero encuentro entre Chile y Brasil. Entre rondas de negocios, intercambio de ideas y el encanto de los destinos chilenos, el vino fue uno de los protagonistas. Importantes viñas del país andino presentaron sus etiquetas, filosofías de producción y, sobre todo, sus experiencias turísticas — mostrando por qué el enoturismo chileno conquista cada vez más a los brasileños.
Casas del Bosque: pionerismo y sensorialidad en el Valle de Casablanca
Ubicada a pocos kilómetros del Pacífico, la viña Casas del Bosque nació hace 30 años en el Valle de Casablanca, una región marcada por la influencia marítima y el clima ideal para la producción de Sauvignon Blanc. Pamela Villablanca, representante de la bodega, destaca el alma familiar del proyecto: “Comenzamos con el turismo hace 20 años. Recibimos 70 mil visitantes al año, con una estructura pensada para encantar tanto al turista casual como a los sommeliers”.
Premiada como una de las 50 mejores bodegas del mundo para visitar, Casas del Bosque también es una de las pocas con certificación completa de sostenibilidad por Wines of Chile — incluyendo viñedos, vinos, gastronomía y turismo. Una de las experiencias más destacadas es la sala de degustación aromática, donde el visitante identifica notas de los vinos a través de activadores sensoriales.
Pérez Cruz: identidad del Maipo Andes y compromiso con el medio ambiente
Fundada en 2002, Pérez Cruz es un ejemplo de bodega familiar que combina tradición con enología de precisión. Ubicada en el corazón del Alto Maipo, la viña es dirigida por el enólogo Germán León desde sus inicios y tiene como principal diferencial la producción de vinos tintos que reflejan fielmente el terroir andino.
Pablo Aguilera, representante de la marca en Brasil desde hace 15 años, destaca la relación especial con el mercado brasileño: “Hoy, el 50% de toda nuestra producción — unas 700 mil botellas — se destina a Brasil. Los vinos de Pérez Cruz tienen frescura, acidez y equilibrio, características que agradan al paladar brasileño”. La viña también invierte en prácticas sostenibles, como el uso de energía solar (el 50% de la energía utilizada es fotovoltaica) y el respeto por la fauna local.
Viña Santa Rita: historia viva y patrimonio nacional
Con una ubicación privilegiada a solo 45 minutos de Santiago, Viña Santa Rita es una verdadera inmersión en la historia de Chile. “Contamos con el sello de las 5P: patrimonio histórico, cultural, natural, vitivinícola y turístico”, explica Ethel Quezada, responsable del enoturismo de la bodega.
Entre sus atractivos se encuentran el restaurante Doña Paula — donde la heroína de la independencia chilena albergó a 120 soldados —, el museo andino con más de tres mil piezas y un hotel boutique construido en una antigua casa de veraneo del siglo XIX. Los visitantes pueden disfrutar de picnics en los viñedos, degustaciones, paseos en bicicleta y momentos de relajación entre árboles centenarios.
Undurraga: tradición, innovación y hospitalidad para el público brasileño
Con 140 años de historia, Viña Undurraga es una de las más tradicionales de Chile y la segunda más visitada del país. Ubicada en Talagante, a solo 40 minutos de la capital, recibe turistas todos los días del año, en grupos reducidos y con atención personalizada.
Norah Gutiérrez, gerente de hospitalidad, destaca la presencia de los brasileños: “El 90% de nuestros visitantes son de Brasil. Ofrecemos tours en portugués y experiencias interactivas como la sala de aromas, única en Chile, con 40 fragancias naturales que ayudan al visitante a reconocer los perfumes del vino”. La bodega también es referente en sostenibilidad y produce anualmente dos millones de cajas, exportadas a 67 países.
Un brindis por la conexión entre Brasil y Chile, Atmosfera Chile reforzó cómo el vino puede ser un puente entre culturas, paladares y experiencias. Las viñas participantes no solo encantaron con sus etiquetas premiadas, sino que también revelaron a Chile como un destino de enoturismo accesible y cada vez más enfocado en la sostenibilidad y la excelencia en la atención al público brasileño.