Jalisco es reconocido por su gastronomía típica, pero también por una variedad de postres tradicionales que forman parte de su identidad culinaria. Entre los favoritos destacan la jericalla, las cocadas, los rollos de guayaba, los churros de canela o rellenos y el ate de membrillo con queso, delicias que pueden encontrarse en distintos municipios del Estado.
La jericalla es uno de los postres más emblemáticos. Nació en Guadalajara, cuando una monja del Hospicio Cabañas creó una receta nutritiva y económica mezclando leche entera y evaporada, huevo, azúcar, canela y vainilla. Su característica costra caramelizada surgió por accidente, pero terminó convirtiéndose en su sello único. Cuanto más dorada esté, más dulce resulta.
Las cocadas son otro clásico jalisciense. Se elaboran con coco rallado, agua de coco, canela, leche, huevo y azúcar, cocidos a fuego lento hasta lograr una textura inconfundible. Son muy populares entre turistas y locales, y suelen llevarse como recuerdo gastronómico.
El rollo de guayaba es típico de dulcerías y puestos en pueblos mágicos como Tapalpa, Mazamitla, Mascota, San Sebastián del Oeste y Talpa de Allende, además de Guadalajara. Se prepara con fruta natural y azúcar escarchada, con una consistencia suave y enrollada, ideal para acompañar con un vaso de leche en comidas o cenas.
Los churros de canela o rellenos, conocidos también como “putazos”, se preparan con masa frita espolvoreada en canela. En Tlaquepaque es común encontrarlos en diferentes tamaños y con rellenos de cajeta, lechera o nutella, a veces combinados con frutas como plátano o fresa. Su textura crujiente por fuera y esponjosa por dentro los hace irresistibles, especialmente si se acompañan con leche fría o una malteada.
El ate de membrillo con queso ofrece una combinación agridulce equilibrada entre queso manchego y membrillo. Es una opción tradicional disponible todo el año en San Sebastián del Oeste, donde continúa siendo uno de los postres más representativos.
La riqueza de estos postres muestra cómo Jalisco preserva su identidad culinaria a través de recetas tradicionales e ingredientes propios de la región, dando lugar a sabores únicos que forman parte esencial de su cultura gastronómica.


