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Claudia Sheinbaum asume como la primera presidenta de México

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Claudia Sheinbaum hará historia este martes al convertirse en la primera mujer presidenta de México, tras casi cuatro meses de su contundente victoria electoral. A los 62 años, la exalcaldesa de Ciudad de México asume el liderazgo de una nación marcada por la violencia del crimen organizado, en una ceremonia donde estarán presentes líderes internacionales como el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y la primera dama de Estados Unidos, Jill Biden.

Sheinbaum destacó repetidamente que es el “tiempo de las mujeres y de la transformación”, un mensaje poderoso en un país con altos niveles de violencia de género, donde 10 mujeres son asesinadas cada día. Sin embargo, algunos analistas, como María Fernanda Bozmoski del Atlantic Council, advierten que la llegada de una mujer al poder no necesariamente implica un mayor enfoque en los derechos femeninos, ya que la nueva presidenta enfrentará grandes desafíos en temas de seguridad, energía y política exterior.

El acto oficial de juramentación se llevará a cabo en el Congreso, y posteriormente Sheinbaum encabezará una celebración en el Zócalo, la plaza central de Ciudad de México. La ausencia notable será la del rey Felipe VI de España, quien no fue invitado debido a tensiones históricas, lo que generó una respuesta diplomática de España, que decidió no participar en la ceremonia.

Heredera de López Obrador y su estrategia de seguridad

Sheinbaum llega al poder como heredera política del presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, quien deja el cargo tras un mandato de seis años sin posibilidad de reelección. López Obrador goza de una alta popularidad, en parte por sus políticas dirigidas a los sectores más vulnerables del país. Sin embargo, la nueva mandataria también hereda una nación afectada por la violencia de los cárteles, que desde 2006 dejaron más de 450,000 asesinatos.

La presidenta confirmó que seguirá la estrategia de «abrazos, no balazos» de su predecesor, basada en abordar las causas sociales de la criminalidad. No obstante, expertos como la profesora Pamela Starr de la Universidad del Sur de California señalan que Sheinbaum podría implementar una versión más centrada en la inteligencia y la efectividad, como lo hizo exitosamente en Ciudad de México.

Otro reto importante será la reciente reforma judicial que establece la elección popular de jueces, una medida impulsada por López Obrador para combatir la corrupción en el sistema judicial, pero que ha generado preocupación entre inversionistas y socios comerciales de México, como Estados Unidos y Canadá.

Pese a estos desafíos, los analistas anticipan que Sheinbaum mantendrá relaciones sólidas con los Estados Unidos, independientemente del resultado de las próximas elecciones en ese país. Según Bozmoski, aunque persistirán tensiones, especialmente en torno a la migración, ambos países reconocen la importancia de una buena relación bilateral.

Sheinbaum demostró ser una líder pragmática y se espera que su estilo sea menos confrontacional que el de López Obrador, aunque con la misma determinación para llevar adelante su agenda de transformación.