Este 9 de octubre se celebra el Día Mundial del Queso Azul, una excusa perfecta para viajar a través de los sabores más intensos y descubrir destinos culinarios donde este queso icónico es protagonista.
El Queso Azul, cuya historia se remonta a la Francia anterior al siglo VIII, es mucho más que un simple producto gastronómico. Según cuenta la leyenda, su origen accidental ocurrió cuando un pastor dejó olvidado en una cueva un pan de centeno junto a un cuenco con queso fresco. Al regresar, notó que la masa del queso había adquirido un color verdoso, resultado de los hongos del pan mohoso, y así nació una de las delicias más preciadas del mundo.
Este queso, con su característico veteado azul-verdoso, se ha convertido en un referente de la gastronomía en diferentes rincones del mundo. Desde los pastizales franceses, donde destaca el célebre Roquefort, hasta las campiñas de Inglaterra con el Stilton o los valles italianos con el Gorgonzola, los amantes del queso azul encuentran en estos destinos una experiencia sensorial inigualable.
En Argentina, donde la tradición quesera también tiene su lugar, la mayoría de los quesos azules se producen con leche de vaca pasteurizada, aunque existen versiones de oveja que evocan al clásico Roquefort. Maridado con dulces como chutneys, miel o dátiles, o acompañado de un buen vino de cosecha tardía, este queso es un auténtico viaje para el paladar.
A diferencia de otros quesos, el queso azul es cuidadosamente salado a mano para facilitar el desarrollo del hongo Penicillium roqueforti en su interior, una técnica que se mantiene viva en su proceso artesanal. ¿El resultado? Un queso que varía en texturas, sabores y aromas según su tiempo de maduración, como los clásicos argentinos Queso Azul Santa Rosa y Bavaria Clásico, con 45 días de maduración, o el Bavaria Grand Blu, que alcanza los 75 días.
Es sabido que el Roquefort es un queso azul, aunque pocos saben que su nombre goza de un privilegio. En 1925 recibió su bautismo y, desde 1996, su nombre se encuentra protegido por diferentes organizaciones.
Este tipo de protección lleva a que no se pueda utilizar el término Roquefort a otros quesos similares o idénticos que no provengan de la región de Causses del Aveyron (Francia). Por lo que todos los quesos azules del mundo, exceptuando los de esa zona francesa, son conocidos como «queso azul».
Para quienes planean un viaje gastronómico, visitar las regiones productoras de quesos azules en Francia, Inglaterra o Italia se convierte en una parada obligada. Además de degustar sus variaciones locales, el viajero puede adentrarse en la rica cultura y tradiciones que han hecho de este queso un emblema del buen vivir.