El Gran Camino Inca, también conocido como Qhapaq Ñan, se consolida como una de las rutas más emblemáticas de turismo de aventura en América Latina. Esta imponente red vial ancestral, con más de 2.500 kilómetros de extensión, atraviesa espectaculares paisajes andinos y conecta comunidades desde Quito hasta La Paz, posicionándose como un motor de desarrollo rural sostenible.
Considerado una joya del legado precolombino, este sistema de caminos ofrece al viajero moderno una experiencia única que combina naturaleza, historia viva y conexión cultural. A lo largo de la ruta, los senderistas descubren antiguos tambos, caminos empedrados y poblados que hoy ven en el turismo una nueva oportunidad de crecimiento.
El auge del turismo de aventura representa una gran oportunidad para Perú. Este segmento turístico genera un gasto promedio significativamente mayor que el turismo convencional y, al mismo tiempo, impulsa la creación de empleo formal, fortalece las economías locales y promueve la descentralización del turismo hacia zonas menos visitadas.
El Gran Camino Inca tiene el potencial de convertirse en la primera gran ruta de senderismo de larga distancia de Latinoamérica, al nivel de referentes internacionales como el Camino de Santiago o el Pacific Crest Trail. Para ello, se trabaja en el fortalecimiento de la infraestructura, la señalización turística, la capacitación de las comunidades y la articulación entre sectores públicos y privados.
Convertir este legado en una ruta turística oficial permitirá que cientos de comunidades andinas se beneficien directamente del flujo de visitantes, recuperando su valor histórico y fortaleciendo su identidad. El Gran Camino Inca no solo es un tesoro del pasado, sino una poderosa herramienta para el futuro del turismo rural y sostenible en Perú.