La nueva convocatoria del programa de turismo social del Imserso ha vuelto a encender las alarmas en el sector. Según la Mesa del Turismo, los pliegos publicados para la licitación de la próxima temporada presentan un nivel de burocracia y complejidad que pone en jaque tanto a los operadores como a los alojamientos turísticos.
Durante la presentación del balance de Semana Santa en Madrid, Santiago Vallejo Sánchez-Monge, responsable de Relaciones Institucionales de la Mesa del Turismo, no escatimó en críticas. Aseguró que los pliegos están llenos de “sorpresas kafkianas”, con condiciones poco claras y costes que recaerán en el pasajero final. Entre los puntos más controvertidos destaca la tarifa plana de 50 euros para 7.700 plazas destinadas a personas con rentas bajas, sin que se especifique quién asumirá el diferencial.
También se cuestiona el suplemento de 100 euros que se aplicará a los viajes en temporada alta, cuya gestión y control genera dudas tanto a nivel operativo como legal. “Los operadores se verán atrapados entre las quejas de los viajeros y las restricciones de protección de datos, para las que ni siquiera se ha previsto un mecanismo de intercambio de información”, advirtió Vallejo.
Desde el sector hotelero, el malestar es igualmente evidente. Se denuncia que los precios por estancia –entre 21 y 23 euros por alojamiento, comidas, actividades y servicios médicos– no cubren los costes reales. “Muchos hoteles directamente no participarán. No les salen los números”, afirman.
A todo ello se suma un sentimiento generalizado de frustración. El programa, con más de tres décadas de historia, necesita urgentemente una revisión. “El perfil del viajero ha cambiado. Hoy muchos solo buscan alojamiento y se organizan por su cuenta, incluso juegan al golf o realizan actividades fuera del paquete ofrecido”, comentó Vallejo.
La falta de adaptación a los nuevos hábitos de consumo turístico y la rigidez del modelo ponen en riesgo un programa que debería seguir siendo un motor de dinamización para la temporada baja. Los grupos interesados en pujar por los viajes del Imserso tienen ahora un mes para presentar sus propuestas, pero cualquier impugnación podría retrasar el calendario, como ya ha ocurrido en años anteriores.
“Es insostenible seguir así. El programa necesita una reforma profunda y realista, alineada con la realidad del turismo actual”, concluyó Vallejo.