El Día Internacional del Vino Tinto, celebrado cada 24 de noviembre, es un tributo global a una de las bebidas más antiguas y apreciadas de la humanidad. Símbolo de sofisticación y buen gusto, ofrece una conexión directa con los territorios que lo producen. Desde los fértiles viñedos de Mendoza, Cafayate y La Rioja en Argentina hasta las mundialmente reconocidas regiones del Valle de Colchagua en Chile, el Valle de Guadalupe en México y La Rioja en España, esta bebida es el resultado de siglos de tradición y dedicación que ahora son pilares fundamentales del turismo enológico.
El enoturismo se consolidó como una experiencia única que combina los sentidos con la cultura. Los turistas no solo buscan probar los mejores vinos, sino también vivir experiencias inmersivas: caminatas entre viñedos, visitas a bodegas históricas, catas guiadas por sommeliers expertos, festivales que celebran la vendimia y hasta clases de cocina para maridar platos con diferentes variedades de tintos. Estas actividades generan empleo y fortalecen economías locales, y, a su vez, promueven el turismo sostenible y el respeto por la naturaleza.
A nivel internacional, el vino tinto actúa como embajador de los destinos, llevando consigo los sabores, aromas y tradiciones de su lugar de origen. Cada copa cuenta una historia: desde las técnicas ancestrales de producción hasta la modernidad de las bodegas boutique que innovan para atraer nuevos públicos.
El Día Internacional del Vino Tinto invita a brindar por el turismo enológico, un sector que continúa creciendo y demostrando que la unión entre cultura y gastronomía es el camino para crear recuerdos inolvidables.