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Giethoorn: el paraíso sin carreteras de los Países Bajos

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En medio de un mundo marcado por el bullicio de los motores y el tráfico, Giethoorn, un encantador pueblo de los Países Bajos, se erige como un oasis de tranquilidad y sostenibilidad. Conocido como la «Venecia de los Países Bajos», este lugar ha preservado su esencia durante más de 800 años al carecer por completo de carreteras.

Un estilo de vida entre canales y puentes

Según National Geographic, en Giethoorn los desplazamientos se realizan exclusivamente a pie, en bicicleta o mediante embarcaciones silenciosas que surcan sus más de 88 kilómetros de canales. Los visitantes cruzan sus 176 puentes de madera mientras disfrutan de un paisaje que parece sacado de un cuento.

El origen del pueblo se remonta al siglo XIII, cuando fue fundado por agricultores. Según Time Out, su nombre deriva de “Geytenhoren” o “cuernos de cabra”, en referencia a los restos de estos animales hallados tras la inundación de 1170. Estos primeros colonos excavaron canales para transportar turba, creando el paisaje único que caracteriza al lugar.

Naturaleza y vida silvestre

El diseño libre de carreteras convierte a Giethoorn en un refugio para la fauna. Su cercanía al Parque Nacional De Weerribben-Wieden permite que especies como garzas y cormoranes encuentren un hábitat ideal. Este parque, uno de los más importantes de los Países Bajos, invita a los visitantes a explorar senderos entre humedales o navegar sus aguas en botes y canoas.

Arquitectura y cultura medieval

Giethoorn destaca también por sus casas tradicionales con techos de paja, muchas del siglo XVIII y XIX, construidas sobre pequeñas islas conectadas por puentes. El sendero principal, Binnenpad, atraviesa el corazón del pueblo, donde abundan restaurantes, cafés y museos.

Entre las atracciones, el museo Olde Maat Uus ofrece una inmersión en la vida de los primeros colonos, mientras que el museo De Oude Aarde exhibe una impresionante colección de piedras preciosas y fósiles. Los amantes del arte pueden visitar Art Pottery Giethoorn Floramics, donde la cerámica y el diseño se fusionan en un entorno pintoresco.

Un destino para todas las estaciones

La mejor época para visitar Giethoorn, según Time Out, es entre abril y junio o en septiembre, cuando el clima es agradable y el turismo es más moderado. En verano, las flores adornan el paisaje, mientras que en invierno, los canales congelados se transforman en pistas naturales para patinaje sobre hielo.

Cómo llegar y dónde alojarse

Desde Ámsterdam, se puede llegar a Giethoorn en un viaje de dos horas en tren y autobús. Al llegar, los visitantes deben dejar sus vehículos fuera del área de canales, ya que los automóviles están prohibidos.

Para quienes buscan prolongar su estancia, el pueblo ofrece alojamientos que van desde opciones económicas hasta hoteles de lujo, como el Hotel Harmonie, ideal para quienes desean estar cerca de la naturaleza.

Giethoorn no solo es un destino, sino un recordatorio de que es posible vivir en armonía con el entorno, ofreciendo una experiencia inolvidable para quienes buscan desconectar y reconectar con la belleza natural.