Guatemala nunca se repite. Aunque Tikal y La Antigua continúan siendo paradas obligatorias, el país esconde lugares donde la naturaleza sorprende, las tradiciones siguen vivas y el ritmo cotidiano invita a viajar sin prisa. Son destinos que muestran una Guatemala más íntima, marcada por paisajes de piedra caliza, selvas que envuelven ríos serenos y comunidades donde la cultura sigue latiendo con fuerza.
En esta selección, la invitación es a descubrir territorios donde el viajero conecta con una Guatemala aún poco explorada, desde las pozas turquesas de Semuc Champey hasta los bosques tropicales que acompañan el curso del Río Dulce.
En el norte, Isla de Flores enamora a primera vista. Sus casas color pastel asoman sobre el Lago Petén Itzá, formando un pequeño refugio donde todo transcurre a un ritmo calmo. Antiguo bastión de los Itzá Maya, hoy es un enclave ideal para relajarse entre calles adoquinadas, cafés íntimos y atardeceres que pintan el cielo en tonos rosados. Entre paseos por el lago y platos tradicionales —como el pescado blanco—, Flores conserva un encanto propio que convierte la visita en un momento memorable.
Muy cerca, el parque arqueológico Yaxha Nakum Naranjo ofrece una experiencia cultural profunda lejos de las multitudes. Rodeado de lagunas esmeralda y templos abrazados por la selva, este conjunto permite recorrer más de 500 estructuras mayas que hablan de un pasado imponente. Subir al Templo 216, conocido como el Templo de las Manos Rojas, regala una vista panorámica inigualable del atardecer sobre la laguna Yaxhá, un escenario que condensa la magia de la región.
En Alta Verapaz, Semuc Champey despliega una de las postales naturales más icónicas del país. Sus pozas escalonadas de agua turquesa, formadas sobre un puente natural de piedra caliza, ofrecen un espectáculo único mientras el río Cahabón fluye por debajo. Llegar hasta allí es parte de la aventura: senderos selváticos, miradores y piscinas naturales hacen que la experiencia sea tan intensa como inolvidable.
Hacia el Pacífico, el pueblo costero El Paredón se convierte en el refugio perfecto para quienes buscan playa, naturaleza y un ambiente bohemio. Sus olas constantes atraen a surfistas de todos los niveles y los manglares cercanos invitan a explorar en kayak un ecosistema lleno de vida. Con playas volcánicas, atardeceres ardientes y proyectos comunitarios que fortalecen la identidad del lugar, El Paredón irradia autenticidad.
En el altiplano, Quetzaltenango —o Xela— combina tradición, cultura y naturaleza de una forma vibrante. Rodeada de volcanes y montañas, es una ciudad donde los mercados rebosan de colores y la escena artística local se renueva constantemente. Entre sus joyas arquitectónicas destacan la Casa de la Cultura y la Catedral del Espíritu Santo, mientras que en los alrededores se multiplican las rutas de trekking, las aguas termales y las comunidades que comparten su herencia indígena. Xela permite comprender la esencia más profunda del país y es un destino imprescindible para quienes buscan viajar con sentido.
Guatemala sorprende siempre. Y en estos rincones menos transitados, muestra su versión más genuina, diversa y fascinante.

