Ubicada en el barrio de Karosta, en Liepaja, la tercera ciudad más grande de Letonia, una antigua prisión militar que durante el siglo XX fue testigo de atrocidades cometidas tanto por los nazis como por los soviéticos, encontró un nuevo propósito. El lugar, donde cientos de prisioneros perdieron la vida, fue convertido en una atracción turística que ofrece una experiencia fuera de lo común: pasar una noche como si se estuviera tras las rejas de una cárcel real.
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El complejo, conocido como la Prisión Karosta, permaneció prácticamente intacto desde su cierre como centro de detención militar. En 2003, abrió sus puertas al público con un tour interactivo denominado «Tras las rejas». Este recorrido de dos horas permite a los visitantes revivir las condiciones extremas que enfrentaban los prisioneros. Sin embargo, lo que comenzó como un espectáculo histórico interactivo evolucionó por demanda popular hacia un alojamiento único y desafiante, conocido como «La noche extrema».
Dormir tras las rejas: una experiencia sin lujos
A diferencia de los hoteles tradicionales, Karosta ofrece habitaciones que son celdas reales. Estas cuentan únicamente con colchones delgados en el suelo, rejas en las ventanas y paredes desgastadas que evocan su pasado oscuro. Pero lo que realmente distingue a este «hotel» es el tratamiento que reciben sus huéspedes: desde gritos y órdenes de los guardias hasta ruidos perturbadores durante la noche, duchas frías, y tareas humillantes como limpiar inodoros con cepillos de dientes.
La experiencia se completa con una dieta austera: los huéspedes reciben pan con té, simulando las raciones de los prisioneros. Antes de participar, los visitantes deben firmar un documento donde aceptan someterse voluntariamente al trato riguroso, que incluye abuso verbal y ejercicios físicos.
Turismo extremo: entre la historia y la adrenalina
La vocera del lugar, Monta Krafte, explicó que la idea original era simplemente ofrecer una ventana al pasado a través de tours interactivos. Sin embargo, el interés del público por vivir la experiencia completa llevó a los organizadores a implementar el alojamiento nocturno. «Fue el público quien demandó experimentar esto durante una noche completa, y lo hemos cumplido», señaló Krafte.
Aunque el plan puede sonar intimidante, también captó la atención de turistas curiosos y aficionados al turismo extremo, quienes buscan vivencias fuera de lo convencional. Sin embargo, solo unos pocos se atreven a pasar una noche completa debido a las condiciones.
Con un costo de 17 euros por persona, Karosta ofrece una experiencia que combina historia, adrenalina y reflexión. La prisión-hotel no solo se posiciona como un destino para los valientes, sino también como un recordatorio de los horrores vividos en el lugar. En un mundo donde la industria hotelera apuesta cada vez más por conceptos innovadores, Karosta representa un ejemplo de cómo un oscuro pasado puede ser transformado en un atractivo único que mezcla turismo y memoria histórica.