En el mundo del turismo, la experiencia de explorar destinos icónicos se ve empañada por un problema persistente: los pickpocket o carteristas. Este fenómeno, que afecta principalmente a los turistas en ciudades europeas, no es nuevo, pero su impacto en la industria y la percepción de seguridad alcanzaron niveles preocupantes. Armando de la Garza, director de México Extraordinario y columnista de Tres60.Travel, analizó en profundidad esta problemática y sus implicancias.
Los principales focos de actividad
Ciudades como Roma, París, Barcelona, Berlín y Ámsterdam encabezan la lista de lugares con mayor incidencia de carteristas. Sitios emblemáticos como la Fontana di Trevi, la Torre Eiffel, Las Ramblas o el Barrio Rojo son los escenarios perfectos para estos delincuentes, que aprovechan la masificación de turistas. Según Armando, estos delitos son cometidos mayormente por bandas internacionales que se movilizan fácilmente gracias a las fronteras abiertas de Europa.
“El turista confiado, disfrutando del paisaje, se convierte en una presa fácil. La aglomeración permite que los carteristas actúen sin ser detectados, generando no solo pérdidas económicas, sino también casos de extorsión y robo de identidad”, explicó Armando.
La evolución del carterismo
Si bien los carteristas existen desde tiempos inmemoriales, su modus operandi se sofisticó con el tiempo. Ahora utilizan estrategias de distracción, actúan en grupos organizados y se valen de herramientas tecnológicas para extorsionar a sus víctimas tras obtener documentos personales o dispositivos electrónicos.
De la Garza señala que el auge del turismo post-pandemia intensificó el problema. “La masificación de destinos después del confinamiento creó el escenario perfecto para los carteristas. Con cifras récord de visitantes en ciudades como Madrid, París e Italia, estas bandas tienen más oportunidades para actuar”, afirmó.
Impacto en la percepción de seguridad
El problema no solo afecta a los turistas directamente, sino también a la percepción de seguridad de los destinos afectados. Aunque estos lugares siguen siendo atractivos para millones de viajeros, el miedo a ser víctima de carteristas obliga a los turistas a tomar precauciones extremas, desde adquirir equipaje con cierres de seguridad hasta llevar sus pertenencias en mochilas frontales.
La impunidad como motor del crimen
Uno de los factores más críticos es la impunidad. Según Armando, los carteristas conocen perfectamente el bajo riesgo de ser arrestados y enfrentan pocas o ninguna consecuencia legal, lo que les permite seguir operando con total libertad. “Atrapan a un miembro de una banda por la noche, y al día siguiente está de vuelta en la calle. Este círculo vicioso alimenta el crimen”, añadió.
¿Qué se puede hacer?
Aunque la inteligencia artificial y el reconocimiento facial mejoraron la capacidad de identificar a estos delincuentes, los sistemas legales y las políticas de seguridad aún tienen mucho por hacer. De la Garza insiste en la importancia de educar a los turistas y adoptar medidas preventivas, como evitar distracciones, llevar las pertenencias de forma segura y estar atentos a comportamientos sospechosos.
El turismo es una de las industrias más dinámicas del mundo, pero enfrenta retos constantes como el carterismo. Mientras no se implementen soluciones efectivas que combinen tecnología, cooperación internacional y estrictas medidas legales, esta «plaga», como la define nuestro columnista, continuará afectando a millones de viajeros y dañando la imagen de los destinos más icónicos del mundo.