La restaurada catedral de Notre Dame de París celebró su primera misa en cinco años, el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, tras la devastadora destrucción provocada por un incendio en 2019. El servicio religioso de la mañana fue oficiado ante una audiencia de dirigentes políticos y religiosos, mientras que, en la tarde, se celebró una segunda misa abierta al público general, solo con reservación anticipada.
El arzobispo de París, Laurent Ulrich, destacó que este evento marcaba un momento de esperanza y renovación, tras los difíciles años desde el incendio: “Hoy se borra la pena de aquel 15 de abril de 2019”, declaró Ulrich ante unas 2.500 personas, entre las que se encontraban varios jefes de Estado, incluido el presidente Emmanuel Macron.
También asistieron 150 personas en situación precaria, a quienes se les invitó a un almuerzo posterior, así como 150 obispos y un sacerdote de cada una de las 106 parroquias de París y de las siete iglesias católicas de rito oriental.
La misa incluyó varios rituales, entre ellos la bendición del agua, la consagración del altar, la colocación de las reliquias, la bendición del sagrario y el rito de la paz, simbolizando el regreso del esplendor y la función espiritual de la catedral.
A las 18:30, se celebró la segunda misa, dirigida al público en general, quien pudo asistir a través de una reserva anticipada.
Después de la reapertura el sábado, algunos visitantes se acercaron a la catedral para vivir la experiencia a través de pantallas gigantes colocadas frente al monumento. Monique Kashale, una visitante de Kinshasa, expresó su emoción al ver la catedral restaurada, recordando con tristeza los momentos de angustia vividos en 2019 cuando la catedral estaba en llamas: “Hoy es para nosotros, el pueblo, para agradecer al Señor”, compartió emocionada.
El Papa Francisco, que no pudo asistir, envió un mensaje que fue leído durante la ceremonia. En su carta, el pontífice expresó su esperanza de que la restauración de Notre Dame sea “un signo profético de la renovación de la Iglesia en Francia” y deseó que la catedral continúe acogiendo a los visitantes “generosa y gratuitamente”, en contra de los planes de cobrar entrada mencionados en algunos círculos gubernamentales y culturales franceses.