Puerto Madryn: una experiencia única con ballenas francas en el corazón de la Patagonia

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Cada invierno, Puerto Madryn se transforma en uno de los destinos naturales más imponentes del continente. Las aguas del Golfo Nuevo, frente a la Península Valdés, reciben a cientos de ballenas francas australes, que llegan para cumplir su ciclo de apareamiento y alumbramiento. Desde junio hasta fines de noviembre, este rincón de la Patagonia argentina se convierte en un escenario privilegiado para el avistaje de cetáceos, una experiencia conmovedora que atrae a turistas nacionales e internacionales.

Declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO, el entorno marino de la región no solo ofrece una biodiversidad excepcional, sino también servicios y propuestas pensadas para todo tipo de viajeros. Las ballenas, que pueden medir hasta 14 metros y pesar más de 40 toneladas, se dejan ver con frecuencia muy cerca de la costa, especialmente en Playa El Doradillo, ubicada a solo 15 kilómetros del centro de Puerto Madryn. Allí, el acceso es gratuito y permite observar a estos gigantes marinos durante la marea alta, sin necesidad de embarcarse.

Para quienes desean una experiencia más cercana y en alta mar, las excursiones embarcadas desde Puerto Pirámides —el único poblado dentro de Península Valdés— ofrecen salidas con guías especializados y estrictos protocolos ambientales. Algunas operadoras, incluso, proponen submarinos turísticos con ventanas bajo el nivel del agua, una experiencia única en el mundo que permite ver el comportamiento de las ballenas desde otra perspectiva.

Pero Madryn no solo es ballenas. La región es hábitat de pingüinos de Magallanes, lobos y elefantes marinos, orcas y toninas overas. La Reserva de Punta Loma, ideal para bucear con lobos marinos, y los paseos desde el puerto de Rawson para observar toninas, amplían el abanico de opciones para los amantes de la fauna marina.

Además, el destino ofrece actividades de turismo activo como kayak, mountain bike o navegación en velero, ideales para explorar la costa atlántica en contacto con la naturaleza. Para quienes buscan una experiencia más cultural y tranquila, Gaiman —a 80 kilómetros— invita a una merienda tradicional en sus casas de té galesas, en un entorno que conserva la herencia británica del siglo XIX.

Puerto Madryn cuenta con aeropuerto propio y vuelos directos desde Buenos Aires. Otra opción es llegar a Trelew y trasladarse por vía terrestre. La ciudad dispone de una variada oferta hotelera, que va desde glampings y cabañas hasta hoteles boutique y servicios familiares.

La temporada alta de avistaje va de septiembre a noviembre. Se recomienda reservar con anticipación, especialmente durante vacaciones escolares y fines de semana largos. Toda la información oficial está disponible en Visit Argentina, el sitio web de promoción turística del país.