Por Mary de Aquino
La importancia del samba en Brasil va más allá de su dimensión musical, estando profundamente ligado a las tradiciones culturales de los carnavales de São Paulo y Río de Janeiro, especialmente con los desfiles de las escuelas de samba del grupo especial. Este fenómeno no se limita al martes de carnaval, sino que se extiende hasta el sábado siguiente, con el desfile de las campeonas, que se ha convertido en un evento de gran impacto económico.
En 2024, el carnaval en São Paulo movió cerca de 156 millones de dólares, mientras que en Río de Janeiro esta cifra alcanzó impresionantes 870 millones de dólares. Además, el carnaval impulsa de manera significativa el sector hotelero, registrando una tasa de ocupación del 70,75% en la capital paulista y del 81,24% en la ciudad de Río de Janeiro. Estos números evidencian la grandiosidad e importancia de la fiesta del samba, unida al carnaval, no solo como una celebración cultural, sino también como un evento de gran impacto en la economía y el turismo de Brasil.
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El samba es más que un género musical: es un símbolo de la identidad brasileña. Con raíces en los ritmos africanos traídos por los esclavizados, se consolidó en el siglo XX, convirtiéndose en la banda sonora del Carnaval y de la cultura popular. Desde la persecución inicial hasta su consagración como patrimonio cultural, su historia refleja la evolución social del propio Brasil.
El samba tiene sus orígenes en los batuques traídos por los negros esclavizados a Brasil, combinados con ritmos europeos, como la polca y el vals. Inicialmente, las fiestas de danza de los esclavos en Bahía se llamaban «samba», siendo el Recôncavo Baiano considerado la cuna de esta manifestación cultural. Después de la abolición de la esclavitud y la República, muchos negros se mudaron a Río de Janeiro, pero sus manifestaciones culturales, como el samba, eran criminalizadas. Así, las fiestas continuaron en lugares privados.
A fines del siglo XIX, comunidades negras recién liberadas se establecieron en Río de Janeiro, especialmente en la Pequeña África, donde surgieron los primeros batuques organizados en casas como la de Tía Ciata, que recibía a artistas, políticos, socialites y celebridades. Entre otras tías que organizaban estas reuniones de celebración de la gastronomía, la cultura y la religión africana: Sadata, Bibiana, Fê, Rosa Olé, Amélia do Aragão, Veridiana, Mónica, Perciliana de Santo Amaro.
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De estos encuentros nació Pelo Telefone (1917), de Donga y Mauro de Almeida, considerado el primer samba grabado. A pesar del éxito, el género era marginalizado, y los sambistas eran perseguidos por la policía bajo acusaciones de vagancia.
Mucho antes, durante el Brasil colonial, las fiestas católicas reunían diversos grupos sociales, incluidos negros y esclavos, que realizaban sus propias manifestaciones, como los cucumbis. Estas celebraciones se desvincularon del catolicismo e influyeron en el carnaval, dando origen a los cordones cariocas. A finales del siglo XIX, Hilário Jovino creó los ranchos carnavalescos, incorporando instrumentos africanos y elementos de los reyes baianos. El Rey de Oro fue uno de los ranchos pioneros, trayendo innovaciones como la porta-estandarte y el baliza. En 1907, el Ameno Resedá se destacó como modelo para las futuras escuelas de samba, introduciendo tramas anuales y organización en alas.
La palabra samba
La palabra “samba” apareció por primera vez en la prensa brasileña a principios del siglo XIX, antes de asociarse al género musical. El Diario de Pernambuco la mencionó en 1830 como un pasatiempo popular, y el periódico O Carapuceiro la registró en 1838. En Río de Janeiro, el término solo se popularizó a finales del siglo XIX, ligado a fiestas de raíz africana.
Su origen etimológico es incierto, pero los estudiosos apuntan raíces en lenguas bantúes africanas, como el quimbundo (semba), el quicongo (sàmba) y el chócue (samba), todas relacionadas con la danza y el movimiento. Además, en la América española colonial, samba y semba designaban ritmos afrodescendientes, como el candombe en el Río de la Plata.
Expansión por la radio y el carnaval (1920 – 1940)
En los años 1920, el samba carioca se estructuró en el barrio de Estácio, con artistas como Ismael Silva, y la primera escuela de samba, Deixa Falar (1928). La radio, principal medio de comunicación de la época, popularizó el género en los años 1930, impulsado por el gobierno de Getúlio Vargas, que lo usó para fortalecer la identidad nacional. Artistas como Noel Rosa, Carmen Miranda y Ary Barroso ayudaron a difundir el samba, mientras las escuelas de samba, como Mangueira y Portela, profesionalizaron sus desfiles.
El samba-enredo no nació de una sola cuna, sino que floreció en los años 1930, guiado por el ritmo del Carnaval y la voz colectiva de los sambistas. Los primeros sambas-enredo fueron: Azul e Branco de Salgueiro (1938), Mangueira (1935), O Mundo do Samba, de Unidos da Tijuca (1933), y un samba de Paulo Portela (1939).
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Diversificación e influencias externas (1940 – 1960)
Con el crecimiento de los desfiles en la recién inaugurada Avenida Presidente Vargas, la estructura del Carnaval se sofisticó. Escuelas como Império Serrano y Salgueiro innovaron en los enredos y la estética. Paralelamente, el samba ganó nuevas vertientes: el samba-canção, más melódico y poético, fue popularizado por Dorival Caymmi y Ataulfo Alves. En los años 1950, la influencia del jazz resultó en la bossa nova, con João Gilberto, Tom Jobim y Vinicius de Moraes refinando la armonía y el ritmo del samba.
La Revolución estética y el pagode (1960 – 1990)
Los años 1960 y 1970 marcaron una revolución en el Carnaval, con el trabajo de artistas como Fernando Pamplona y Joãosinho Trinta, quienes transformaron los desfiles en grandes espectáculos visuales. A finales de los años 1970, surgió el pagode, una nueva forma de samba de las ruedas de fondo de quintal. Con instrumentos como el tantã y el repique de mano, artistas como Beth Carvalho, Zeca Pagodinho y Fundo de Quintal modernizaron el género, que dominó las radios en las décadas siguientes.
El samba hoy y su importancia cultural
El samba sigue vivo e influyente. Los desfiles de las escuelas de samba de Río y São Paulo son atracciones internacionales, y el género continúa reinventándose. En 2004, el samba de roda fue reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial por el IPHAN. El Día Nacional del Samba, celebrado el 2 de diciembre, refuerza la relevancia de este ritmo que sigue marcando la cultura brasileña.
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Grandes nombres del samba
Noel Rosa – Modernizó el género e integró elementos de la música urbana.
Cartola – Fundador de Mangueira y autor de clásicos poéticos, considerado un genio de la música brasileña.
Adoniran Barbosa – Popularizó el samba paulista con canciones icónicas.
Beth Carvalho – Madrina del pagode, reveló diversos talentos.
Paulinho da Viola – Símbolo del samba tradicional y de Portela.
Alcione – Una de las mayores intérpretes del género, parte de la escuela de samba Mangueira.
Bezerra da Silva – Maestro de los sambas de crítica social.
El samba es, sobre todo, el alma de Brasil, contando sus historias y traduciendo su alegría y resistencia en ritmo y poesía.
Curiosidades sobre el samba
El samba, uno de los ritmos más emblemáticos de Brasil. Carmen Miranda, con su talento, llevó el samba a Hollywood, convirtiéndose en un ícono mundial. La cuíca, uno de los instrumentos más característicos del samba, tiene orígenes africanos y imita la voz humana, añadiendo un sonido único a la música. El samba sigue siendo el alma de Brasil, resistiendo el paso del tiempo y reinventándose con la historia del país.
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El alma del samba
Los principales instrumentos del samba incluyen agogô, atabaque, cavaquinho, cuíca, ganzá, pandeiro, reco-reco, surdo, tamborim y violão.
Existen algunas modalidades y variaciones del samba, entre ellas: samba-canção, samba-choro, samba de breque, samba de partido-alto, samba de terreiro, samba-enredo, samba-exaltação, samba-jongo, samba-reggae, samba urbano carioca, pagode. Lo que no es solo musical, cambia en la forma de bailar.
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El samba es único, un patrimonio cultural de la nación brasileña.
Fotos: cedidas por Riotur.