La cultura de los dulces en Japón tiene raíces profundas. Todo comenzó con los wagashi, confitería tradicional japonesa que fue en su momento un símbolo de estatus y ofrenda para emperadores y élites. Con la producción masiva de azúcar en el siglo XVIII, estos dulces se popularizaron y llegaron al público general, destacándose por evocar las estaciones del año con ingredientes de temporada, motivos florales y una estética que apela a todos los sentidos.
Hoy, esa tradición convive con la innovación en Tokio, capital del país y epicentro de tendencias sociales, donde los sabores evolucionan constantemente. Desde reinterpretaciones de los wagashi hasta creaciones únicas de próxima generación, la ciudad ofrece una experiencia dulce en la que tradición y modernidad se entrelazan.

Desde Turismo de Tokio comparten cinco dulces emblemáticos de la capital japonesa:
Parfait
Originario de Francia, el parfait llegó a Japón a principios del siglo XX y adoptó un estilo propio: vasos altos con capas de helado, frutas y creatividad sin límites. En Tokio se pueden encontrar versiones con matcha, jarabe de azúcar negro (kuromitsu) o decoraciones de amezaiku (esculturas de caramelo). Incluso han surgido los “night parfaits”, como alternativa elegante para cerrar una velada.
Shortcake
Con más de un siglo de historia en Tokio, esta tarta esponjosa con fresas y crema fresca se convirtió en un clásico japonés. Presente en supermercados y pastelerías, es el pastel de cumpleaños por excelencia, también retratado en manga y anime. En verano y otoño, las variaciones con duraznos o uvas suman frescura a esta tradición.
Strawberry Daifuku
Este wagashi moderno apareció en 1985 y sorprendió por su combinación innovadora: una fresa fresca envuelta en pasta dulce de frijol rojo (anko) y mochi. Su éxito fue inmediato y hoy existen variantes con otras frutas como kiwi o uva, además de versiones que incorporan crema batida, en un puente entre la repostería japonesa y occidental.
Anpan
Nacido en Tokio a fines del siglo XIX, este bollo relleno de anko marcó la introducción del pan en Japón. Su popularidad sigue vigente gracias a las innumerables versiones: con castañas, mantequilla, queso crema o masas tipo danesa, cada una aporta un giro distinto a este ícono de la confitería japonesa.
Mont Blanc
El Mont Blanc japonés, inspirado en el clásico europeo, se caracteriza por el uso de castañas cocidas en almíbar (kanroni), que aportan un tono dorado y una dulzura suave que recuerda al wagashi. Aunque hoy conviven con versiones marrones de estilo europeo, en Tokio también es posible encontrar preparaciones “en vivo”, en las que la crema de castaña se coloca frente al comensal.
Además de estas delicias, Tokio invita a descubrir otros clásicos como yokan (gelatina dulce de frijol), taiyaki (pastel en forma de pez), bebidas de matcha y muchas sorpresas más en cada rincón. Una experiencia gastronómica donde lo tradicional y lo contemporáneo se fusionan en cada bocado.


