El turismo del país sudamericano enfrenta una encrucijada. Mientras los viajes al exterior de los argentinos crecen impulsados por un tipo de cambio favorable, el turismo receptivo sufre una virtual caída libre debido a la inflación y los altos costos internos. Este fenómeno, reflejado en el último informe oficial del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), revela un escenario complejo para uno de los destinos más atractivos de la región.
El contraste: menos extranjeros, más argentinos en el exterior
En diciembre de 2024, el turismo receptivo en Argentina registró una caída interanual del 25,7%, mientras que el turismo emisivo (argentinos que viajan al exterior) creció un 76,4%. Este desequilibrio no solo impacta en la economía local, sino que también refleja las dificultades del país para competir en el mercado turístico internacional.
Según el INDEC, en diciembre ingresaron al país 951,5 mil visitantes no residentes, de los cuales 581,6 mil fueron turistas y 369,9 mil excursionistas. En contraste, 1.341,8 mil argentinos salieron del país, con 693,6 mil turistas y 648,2 mil excursionistas.
El «dólar barato» y su impacto en los viajes al exterior
El aumento de viajes al exterior se explica, en gran parte, por el tipo de cambio vigente, que hace más accesibles los destinos internacionales. Los países limítrofes son los principales beneficiarios: el 80,7% de los turistas argentinos eligieron destinos como Chile (28%), Brasil (22,6%) y Uruguay (15,6%). La mayoría de estos viajes se realizaron por vía terrestre (52,6%), mientras que el 34% optó por el transporte aéreo.
En cuanto al gasto, los argentinos desembolsaron 1.142,6 millones de dólares en el exterior, con un promedio diario de 100 dólares por viajero. Destinos como Estados Unidos y Canadá lideraron los gastos, con un promedio diario superior a los 120 dólares.
Turismo receptivo: ¿qué pasa con los extranjeros?
Por el lado del turismo receptivo, la situación es preocupante. Argentina, conocida por sus destinos icónicos como el Calafate, Bariloche, Ushuaia, las Cataratas del Iguazú, una extensa costa atlántica, y ciudades culturales como Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, enfrenta una pérdida de competitividad debido a los altos costos internos, y el tipo de cambio mencionado, que en este caso, hace que el país sea percibido como más caro por los extranjeros.
En diciembre, los turistas extranjeros generaron ingresos por 725,8 millones de dólares, con un gasto diario promedio de 85,8 dólares. Las principales actividades que realizaron incluyeron visitas a espacios culturales (67,1%), experiencias gastronómicas (50,4%) y espectáculos culturales (30,5%). En Mendoza, el enoturismo y las compras en el Paso Internacional Cristo Redentor fueron los atractivos más destacados.
Brasil lideró las llegadas de turistas no residentes con el 22,5%, seguido por Europa (15,2%), Chile (15,1%) y Estados Unidos y Canadá (12,1%). En términos de transporte, el 46,2% de los visitantes llegó por vía aérea, el 40,5% por vía terrestre y el 13,3% por vía fluvial o marítima.
Pérdida en la balanza turística
El saldo negativo en la balanza turística es evidente. Mientras los turistas extranjeros gastaron 725,8 millones de dólares en Argentina, los argentinos en el exterior desembolsaron 1.142,6 millones. Esta diferencia representa una pérdida significativa de divisas para el país, agravando el desafío económico.
Perspectivas para 2025:
Aunque datos recientes de ONU Turismo reflejan una recuperación del turismo internacional postpandemia en 2024, Argentina se encuentra lejos de esta tendencia global. En lugar de mejorar, el país ha empeorado su desempeño en el turismo receptivo, lo que plantea la necesidad urgente de revisar y ajustar sus estrategias para revitalizar el sector.
El turismo argentino vive un momento crítico: Factores como la inflación, el tipo de cambio y la conectividad aérea son clave para entender esta situación. Para revertir la tendencia negativa, Argentina deberá trabajar en mejorar su competitividad, ajustar precios, fortalecer la infraestructura turística, y promocionar sus destinos de manera más efectiva para recuperar el atractivo y equilibrar su balanza turística.