En un intento por mitigar los efectos del turismo excesivo, ciudades icónicas de todo el mundo están implementando políticas estrictas y creativas para equilibrar la afluencia de visitantes con la calidad de vida de sus residentes. Desde prohibiciones de alquileres a corto plazo hasta la imposición de nuevas tasas turísticas, el objetivo es claro: hacer que el turismo sea más sostenible y menos invasivo.
Restricciones a los alquileres a corto plazo
Barcelona anunció un plan ambicioso para eliminar gradualmente los alquileres a corto plazo antes de 2029, una medida drástica que busca abordar la escasez de viviendas asequibles y reducir la saturación turística. Roma, por su parte, está reforzando los requisitos de registro y normativas de construcción para controlar este mercado en crecimiento.
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Nueva York ya lidera con una de las políticas más estrictas del mundo, limitando severamente la oferta de alojamientos temporales. Sin embargo, expertos como Bram Gallagher, director de economía de AirDNA, cuestionan la efectividad de estas medidas. «La reducción de la oferta de alquileres no necesariamente resuelve los problemas de turismo excesivo ni mejora el acceso a la vivienda», afirmó.
Aumento de impuestos turísticos
Paralelamente, las tasas turísticas se están consolidando como una herramienta clave para gestionar el flujo de visitantes y financiar proyectos locales. Islandia, conocida por sus paisajes frágiles y recursos limitados, reintrodujo impuestos a alojamientos turísticos para contrarrestar el impacto ambiental.
En Europa, Edimburgo aplicará a partir de 2026 un impuesto del 5% por noche de estancia, con el objetivo de invertir los fondos en infraestructura y preservación cultural. En Roma, además de un impuesto turístico, las autoridades implementarán un sistema de reservas para acceder a monumentos emblemáticos como la Fontana de Trevi, buscando proteger la integridad del lugar y mejorar la experiencia del visitante.
Impacto en los viajeros y el futuro del turismo
Estas políticas reflejan una tendencia global hacia el turismo regulado y responsable, en la que los visitantes deberán adaptarse a mayores costos, restricciones de acceso y sistemas de reserva obligatorios. A medida que el fenómeno del turismo excesivo genera mayor preocupación, los gobiernos buscan salvaguardar no solo los atractivos culturales y naturales, sino también el bienestar de las comunidades locales.
Estas acciones demuestran una respuesta coordinada frente a los desafíos del turismo masivo, redefiniendo la manera en que las ciudades reciben y gestionan a los millones de viajeros que las visitan anualmente.