En Sudamérica, la Navidad es una festividad profundamente arraigada, llena de luces, costumbres y tradiciones religiosas. Sin embargo, Uruguay se destaca como el único país de la región que eliminó oficialmente esta celebración hace más de un siglo. Desde 1919, esta fecha fue sustituida por el «Día de la Familia», marcando un hito histórico en su camino hacia un Estado laico.
Un cambio histórico hacia el laicismo
A comienzos del siglo XX, Uruguay atravesó un proceso de modernización social y cultural que incluyó una estricta separación entre la Iglesia y el Estado. Bajo el liderazgo del presidente José Batlle y Ordóñez, se impulsaron reformas que desvincularon al gobierno de las tradiciones religiosas, estableciendo un modelo de laicismo que buscaba garantizar una sociedad plural y libre de imposiciones religiosas.
Entre las medidas adoptadas, el 25 de diciembre dejó de ser reconocido como Navidad y pasó a llamarse «Día de la Familia». Del mismo modo, otras festividades cristianas, como el Día de Reyes y la Semana Santa, se transformaron en el «Día de los Niños» y la «Semana de Turismo», respectivamente.
Razones detrás del cambio
El reemplazo de la Navidad y otras fechas religiosas tuvo como objetivo:
Consolidar la separación Iglesia-Estado: Uruguay eliminó los símbolos y festividades religiosas de las instituciones públicas para reflejar una sociedad más inclusiva.
Modernizar la sociedad: Las reformas buscaban enfatizar valores universales, como la unidad familiar, desvinculándose de connotaciones religiosas.
Promover la pluralidad: Al cambiar el enfoque de las festividades, se intentó incluir a personas de diversas creencias o sin afiliación religiosa.
La Navidad en el Uruguay contemporáneo
A pesar de haber desaparecido del calendario oficial, la Navidad sigue siendo importante para muchos uruguayos, aunque se celebra de manera diferente a otros países sudamericanos.
Decoraciones y luces: En diciembre, las ciudades uruguayas se llenan de árboles de Navidad, luces y adornos. Sin embargo, en espacios públicos rara vez se ven pesebres u otras referencias religiosas.
Reuniones familiares: La fecha se centra en cenas y encuentros familiares, dejando en segundo plano las tradiciones cristianas.
Diversidad de creencias: En un país donde una parte significativa de la población se identifica como agnóstica, atea o sin religión, las festividades navideñas reflejan una convivencia respetuosa entre distintas perspectivas.
Un modelo singular en la región
Uruguay es un ejemplo único en Sudamérica de cómo una nación puede reimaginar tradiciones desde un enfoque laico. Aunque su decisión histórica de reemplazar la Navidad por el «Día de la Familia» generó controversia en su momento, hoy es vista como parte de su identidad moderna y pluralista. Al final, la esencia de estas fechas persiste, reflejando el espíritu de unión y celebración que trasciende cualquier denominación religiosa.