El argentino Franco Busso y su pareja rusa, Olga Khrustaleva, conversaron con Tres60.Travel y contaron las aventuras que hay detrás de su proyecto “Rutas Salvajes”, una iniciativa que los llevó a recorrer el mundo durante más de una década, explorando más de 50 países en todos los continentes y enfrentando todo tipo de desafíos.
“Hemos hecho más de 50 países en estos 10 años. Tocamos todos los continentes. Nos quedamos varados en África por la pandemia. Y para nosotros, viajar fue un estilo de vida. Lo hemos disfrutado. Mucho aprendizaje, mucha adversidad. Creo que fue fundamental en cada uno de esos momentos. Sobre todo, en la pandemia, que tal vez fue lo más difícil. Nos tocó en África, y estar juntos nos ayudó a avanzar. Fue difícil; tuvimos malaria, tuvimos el coronavirus. En un continente que quizás tiene otras condiciones, pero lo sacamos juntos”, comenzó Busso.
“El mundo es mucho más lindo, más abierto, más amoroso de lo que a veces se cuenta. A veces nos enfocamos en lo complicado, pero por experiencia propia, si alguien me pregunta, digo que es lo más lindo que hay. La gente es increíble. Al país que vayas, siempre fuimos bien recibidos. Hemos estado en situaciones de mucha vulnerabilidad, pero siempre con respeto y tranquilidad. Eso es lo que más me llevo. Fue una sorpresa, porque salí con la expectativa de ‘veremos hasta dónde llegamos y qué nos pasa’, y al final, nos encontramos con un mundo que se abrió para nosotros. Nos apoyó mucho, incluso trabajando sin fondos de afuera, generando en el mismo momento, y la gente apoyó un montón”, expresó el argentino con una visible emoción, destacando que el apoyo y la solidaridad de las personas que conocieron en el camino fueron una fuente constante de fortaleza.
“La combi viaja en barco cuando hay que cruzar océanos, pero nosotros sí en avión. Es lindo. Para un viaje tan largo, es importante viajar con tu casa. Viajo con mis cosas, como mis especias favoritas para cocinar”, señaló.
Sin embargo, el camino no siempre fue fácil: “Es un mundo muy burocrático, con mucho trámite, pero nada que no se pueda resolver. Tuvimos que traer el carro desde África, y los trámites los terminamos haciendo nosotros, buscando permisos. Podríamos estar cinco horas contando esa historia, pero es parte del viaje. No puede ser fácil todo; saborear las metas requiere esfuerzo”, mencionó.
Finalmente, Franco y Olga expresaron su gratitud hacia la FIT, por el apoyo recibido para poder seguir adelante con su proyecto: “Queremos gradecer mucho a la FIT, a la organización, y a Anselmi, una empresa que nos ayudó mucho para estar aquí. Lo nuestro es muy auténtico. Somos los cocineros, los mecánicos, los psicólogos, los vendedores. Estamos fascinados con la buena onda de la gente y el buen clima, que es importante cuando estás afuera. Hemos participado en otras FIT, y cada vez están mejor”, finalizaron.