Cada año, más de 200 millones de mariposas Monarca recorren más de 4.500 kilómetros desde Canadá hasta los bosques templados de México. El fenómeno, único en el mundo, atrae a miles de turistas y moviliza una red de conservación comunitaria clave para su preservación.
La migración de la mariposa Monarca es uno de los espectáculos naturales más fascinantes del planeta. Entre los meses de noviembre y marzo, los bosques templados de Michoacán reciben a millones de ejemplares que llegan desde Canadá tras recorrer más de 4.500 kilómetros. Este fenómeno, que combina ciencia, turismo y conservación ambiental, fue abordado en una reciente entrevista en Tres60.travel con Armando de la Garza, director del portal México Extraordinario, y Roberto Molina, presidente del Comité de Protección de la Mariposa Monarca.
“Estamos hablando de una de las migraciones más impresionantes del mundo, no solo por la distancia, sino por la fragilidad de esta especie. Una mariposa pesa apenas dos gramos y puede volar más de 120 kilómetros por día”, explicó Molina, destacando que esta proeza natural se concreta gracias a una generación especial conocida como “la mariposa Matusalén”, cuya longevidad supera los nueve meses.
El ciclo de vida: una hazaña de resistencia
La mariposa que realiza el trayecto completo nace en Canadá hacia finales de agosto. Esta generación inicia el vuelo hacia el sur, escapando del frío, hasta alcanzar los santuarios michoacanos como El Rosario, Sierra Chincua o Sengio. Durante su estadía invernal, adquiere madurez sexual, se reproduce y comienza el ciclo de retorno, dejando sus huevos en plantas de asclepia —también conocida como algodoncillo— en zonas de Estados Unidos como Texas.
“La mariposa Monarca depende exclusivamente de la asclepia durante su etapa de oruga. Es su único alimento sólido y el sustento para la metamorfosis”, detalló Molina. Sin embargo, el uso agrícola de las tierras y el desconocimiento sobre esta planta ha provocado su eliminación en muchos lugares, lo que amenaza la continuidad del fenómeno migratorio, más que a la especie en sí, que tiene presencia en más de 20 países.

Turismo sustentable y comunidad: el otro gran vuelo
Además de su relevancia ecológica, la migración de la Monarca se ha convertido en un motor turístico para Michoacán. Según Molina, más de 250 mil turistas visitan cada año los santuarios, generando ingresos y promoviendo el desarrollo local. “Hoy las comunidades viven del turismo que genera la mariposa. Antes la tala era un negocio, ahora los ejidatarios protegen los bosques porque de ellos depende su economía”, remarcó Armando de la Garza.
El compromiso con la sustentabilidad también se refleja en acciones concretas. “Transformamos más de mil parcelas agrícolas en bosques y sembramos más de seis millones de plantas en los últimos 15 años, gracias al trabajo de las comunidades”, afirmó Molina.
El turismo responsable también tiene un rol clave. “Los visitantes reciben instrucciones claras: no tocar a las mariposas, no alterar el entorno, respetar los senderos. Esto ayuda a preservar tanto la experiencia como el ecosistema”, agregó de la Garza.
Más que un espectáculo: una llamada a la conciencia
Para quienes han tenido el privilegio de vivir esta experiencia, el recuerdo es imborrable. “Ver caer del cielo una lluvia de mariposas, o verlas cubriendo los árboles como si fueran hojas vivientes, es algo que te transforma”, describió el periodista.
Además, la Monarca cumple un rol ecológico vital. “También es una gran polinizadora, como las abejas, y eso refuerza la necesidad de conservar su hábitat”, señaló Molina. En este sentido, la conservación de la mariposa se convierte en símbolo y acción: cuidar su trayecto es cuidar la biodiversidad del continente.