El Puerto de Barcelona y el Ayuntamiento acordaron reducir de siete a cinco las terminales de cruceros entre 2026 y 2030. El objetivo: reorganizar el flujo turístico y reducir la presión sobre la ciudad. El plan incluye el cierre de las terminales A, B y C del muelle Adossat y la construcción de una nueva con capacidad para 7.000 pasajeros, lo que supone una reducción del 16 % en capacidad de acogida.
El acuerdo forma parte de una agenda negociada para disminuir el impacto del turismo de cruceros en el centro urbano, en un contexto de creciente rechazo institucional y social a la masificación turística.
Pese al liderazgo de Barcelona en el segmento de cruceros en el Mediterráneo, las autoridades prefieren priorizar el ordenamiento y sostenibilidad. No se informaron cifras concretas sobre el impacto estimado en el tráfico anual, que en 2024 superó los 3,6 millones de pasajeros.
