Muchos son los empleados que narran las dificultades de trabajar en hoteles que alguna vez vivieron sus años dorados entre 2012 y 2015, pero que hoy apenas ocupan el 15% de sus habitaciones. Con turistas que demandan productos básicos que muchas veces no están disponibles, estos trabajadores reflejan las carencias de un sector que lamentablemente dejó de ser la locomotora de la economía cubana.
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El turismo en Cuba, alguna vez fuente principal de divisas, enfrenta una crisis que refleja un panorama desalentador para la isla. Mientras las inversiones públicas destinan el 40% de sus recursos al desarrollo hotelero, sectores esenciales como la salud, educación y agricultura permanecen desatendidos. La industria, con una ocupación hotelera de apenas 28,4% en 2024, no logra recuperar los niveles prepandemia.
Expertos señalan que la estrategia de construcción masiva de hoteles es insostenible. Economistas especializados destacan que, en un país con apagones constantes y crisis alimentaria, el enfoque en el turismo carece de lógica económica. Por otro lado, la percepción internacional de un destino carente de servicios esenciales ahuyenta a potenciales visitantes, lo que profundiza la crisis.
Cuba, una vez referente del Caribe para millones de turistas, enfrenta hoy el reto de repensar su modelo económico y de inversión en un contexto de creciente declive turístico y social.