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En los últimos 10 años España recibió 700 millones de turistas

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España se encuentra viviendo días de mucha satisfacción, ya que, gracias al crecimiento que tuvo su principal motor económico, que es el turismo, se pudo asegurar que para este 2023 las perspectivas económicas son altamente positivas. 

De acuerdo a los datos brindados por Instituto Nacional de Estadística (INE), con datos de las encuestas de Movimientos Turísticos en Frontera (Frontur) y de Gasto Turístico (Egatur), confirman que durante el 2022 España recibió un total de 71,6 millones de turistas internacionales que realizaron un gasto de 87.061 millones de euros.

El número duplica al registrado en 2021 y queda cerca del récord de 2019 -antes de la pandemia-, cuando llegaron 83,5 millones de visitantes. Gobierno y patronal, como era de esperar, se mostraron exultantes al conocerse la estadística.

«Los datos confirman la intensa recuperación del sector turístico en 2022. Se han cumplido las expectativas que teníamos de recuperar a la mayoría de los turistas internacionales de la prepandemia, pero lo más importante es que está creciendo más el gasto y también la estancia media y ello supone una mejora de la calidad y la rentabilidad de nuestro sector», dijo la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto.

Exceltur, que agrupa a las grandes empresas del sector, destacó en su informe anual que el turismo aportó 159.490 millones de euros en términos nominales al producto interior bruto un 1,4% más que en 2019, y supuso un 61% del crecimiento del PIB español.

Tanto el Ejecutivo como el sector privado proyectan que la mejora de la actividad se va a consolidar este año a pesar de la amenaza de un parón económico global. Según la Organización Mundial del Turismo (datos de 2019), España es el segundo país del mundo que más turistas internacionales recibe, solo superado por Francia. 

La cifra trepa a casi 700 millones (696,6) al hacer el recuento del último decenio con una sostenida y marcada progresión que cortó la pandemia: 57,9 millones en 2012; 60,6 en 2013; 64,99 en 2014; 68,1 en 2015; 75,3 en 2016; 81,8 en 2017; 82,8 en 2018; y 83,5 en 2019.

En el plano ecológico la magnitud de estos guarismos choca de frente con la necesidad de reducir la huella de carbono de un sector que suma el 8% del total de las emisiones del planeta, según un estudio científico que, por primera vez, calculó el conjunto de emisiones del sector (aviones, gasto energético de los turistas en el lugar de destino y gasto energético de los productos que cubren sus necesidades durante la estancia).

Un ejemplo: un viaje europeo (París-Barcelona) de una semana para una familia de cuatro produce cerca de una tonelada de emisiones de carbono, más del 90% generadas por los vuelos.

Que opinan los expertos sobre el sostén de la parte turística de aquí a un futuro

Emilio Santiago Muiño y Andreu Escrivà, dos prestigiosos ambientólogos coinciden en una primera conclusión de que es un modelo de turismo «claramente insostenible».

«El turismo es un fenómeno insostenible tanto en su dimensión ecológica como en su dimensión social. En España tenemos un problema de doble vertiente, una compartida: el consumo turístico tiene un papel fundamental en la configuración del modelo de felicidad culturalmente impuesto, lo que es ecológicamente problemático; y una vertiente propia: el de ser una superpotencia turística a nivel mundial», explica Santiago. 

Escrivà traza el mismo diagnóstico: «Estamos en un modelo turístico insostenible que está enfocado a recibir siempre más visitantes. Toda la estrategia, tanto de los gobiernos como de la patronal, está enfocada en que cada vez vengan más turistas. Llega un momento en que esto  no se puede sostener, porque las infraestructuras no aguantan y porque desencadena graves problemas ecológicos y sociales. Tenemos que plantearnos si estas cifras son una buena noticia. Tenemos que cuestionarnos esta naturalización».

La «turistificación», coinciden ambos ambientólogos, no es un problema ecológico, también social, al ser un proceso que acaba teniendo «repercusiones perversas en la subida de los alquileres, en el desplazamiento de las poblaciones, en la sobreexplotación de los territorios». 

Un primer paso a dar es «meter en cintura los elementos más exagerados del tsunami turístico», dice Santiago, Doctor en Antropología Social por la Universidad Autónoma de Madrid y máster en Antropología de Orientación Pública.

Señala «medidas de intervención rápida» ligadas a la regulación de los mercados turísticos, como la implementación de una «ecotasa», limitar la oferta de plazas turísticas o intervenir los pisos destinados al turismo.

Escrivà -Licenciado en Ciencias Ambientales en la Universidad de Valencia, máster en Biodiversidad, Conservación y Evolución y también doctor en Biodiversidad- resalta que hay margen para políticas públicas que apunten a una «capacidad de carga determinada». 

«Es hacer trampa al solitario y acabar matando a la gallina de lo huevos de oro pensar que podemos asumir todos los turistas que vengan. Tenemos que ordenar las experiencias turísticas desde las raíces», afirma.

Los dos expertos, no obstante, ponen al factor «identitario y aspiracional» como el más difícil de abordar a la hora de interpelar al turismo. 

Fuente: www.lapoliticaonline.com