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Entusiasmo, empatía y destreza descriptiva definen al guía José Fernández, sanjuanino de pura cepa

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Por María Celina Lundin

San Juan donde reina el viento Zonda, es también antigua tierra de dinosaurios,  fiesta del sol, cuna de vino dulce, punta de espalda a las llamas, empanadas sabrosas y especialmente jugosas, casa natal de Sarmiento, valles, diques, cerros y capital nacional de turismo astronómico gracias a uno de los mejores cielos del mundo para contemplar la inmensidad del cosmos.

Cámara en mano, el guía turístico José Fernández se autodefine como un sanjuanino de pura cepa e invita a disfrutar de magníficos paisajes de precordillera y cordillera de los Andes, desiertos y quebradas. Mirada franca, voz pausada y suave, sus relatos son como poemas al oído del acompañante.

Entusiasmo

Capacidad de planificación y organización, habilidades interpersonales y motivación, son apenas algunas de las cualidades que hablan de este hombre de 58 años que sabe transmitir al viajero mucho más que una aventura turística.

Anécdotas que supieron escribir las páginas de nuestra historia, generan instantes únicos e inolvidables.

Recorrer la inmensidad de la provincia cuyana de la mano de un apasionado de las rutas argentinas es verdadero honor para el visitante.

Oriundo de Chimbas, departamento ubicado en el centro sur al margen del río San Juan, Valle de Tulum, José vive en este oasis que se caracteriza por ser área artificial generada a partir de la construcción de sistemas de riego. «Nuestro eslogan es Chimbas te quiero», asegura con orgullo cuando habla del hogar donde pasa los días junto a su esposa.

«Tengo tres hijos ya grandes y tres nietos hermosos»,  agrega con una sonrisa.

Palabras más palabras menos, José expresa desde lo más profundo de su corazón que ama lo que hace. «Ser guía turístico me da la posibilidad de trabajar de lo que adoro y además conocer gente de todo el mundo, nutrirme de historias de vida, hacer amigos, andar y descubrir nuevos rincones de este país que todo lo tiene».

«San Juan es centro y asiento de desarrollo económico nucleando diversas actividades como el cultivo de la vid, producción olivícola, hortícola, frutícola y minera», resume mientras toma el volante para ingresar a la fábrica Campos de Olivos, emprendimiento familiar que elabora aceite a través de un método artesanal, logrando un producto único, de mayor calidad y exquisito sabor.

Compartir el camino

El tiempo corre y pareciera nunca alcanzar.  ¡Es que hay mucho por ver!

Como arte de magia, dibuja un plano que exprimirá a más no poder. Ganarle tiempo al tiempo, pero sin perder jamás la calma y capacidad de apreciar cada uno de los destinos.

«Parque Provincial Ischigualasto, Parque Nacional Talampaya (a hora y media, en la provincia de La Rioja), quebrada El Zonda, dique de Ullum, Barreal, Pampa El Leoncito, Calingasta, observatorio, ruta del vino, ruta del olivo, campos de membrillos, plantaciones de ajo, quebrada de Los Ratones, cerro El Alcazar, cerro Siete Colores, Paso de los Patos, Sorocayense, figuran entre los imperdibles de la lista», explica brindando detalles del itinerario.

«Cada tanto es fundamental hacer una parada técnica: estirar las piernas, respirar aire fresco y charlar con el que aquí se asienta. Ver cómo y de qué vive, oír sus logros y pesares, también es importante para conocer la esencia del lugar”, piensa en voz alta.

Por el mundo

“Por esas cosas de la vida, allá lejos y hace tiempo decidí trasladarme junto a mi familia a Canadá. Nos sentimos cómodos, a gusto, y por varios años nos quedamos”, cuenta.

“Animarse e intentar es clave. Y habiendo sumado aquella enriquecedora experiencia, de vuelta en Argentina se presentó la oportunidad de ser guía y no lo dudé. Es mí vocación”, resalta.

Talacasto pero podría ser otro pueblo

El auto se detiene. A la sombra de un algarrobo unos mates alientan a seguir.

Desde una finca de barro, un paisano se acerca. Se dan la mano, como si se conocieran desde una eternidad.

Así es José Fernández

Cosecha lo que ha sembrado a lo largo y ancho del país. En lenguaje criollo, don de gente y  buena madera.

“Generoso, cordial, emprendedor e instruido, José sabe escuchar. Interpreta lo que el cliente necesita”, resume un turista que vuelve a la ciudad cuyana y lo elige nuevamente.