El gobierno de Javier Milei, en Argentina está llevando a la clase media a la ruina, obligándola a vender sus ahorros para cubrir gastos comunes. Mientras tanto, el turismo internacional se desploma, a pesar de los esfuerzos de las autoridades de la cartera liderada por Daniel Scioli y Yanina Martínez, quienes continúan manipulando cifras y gestiones inexistentes.
El futuro parece sombrío si se aprueba la Ley de Bases en los términos propuestos por Diputados, lo que podría significar el colapso del Estado nacional y arrastrar a todas las provincias, sin importar su lealtad política. Aunque algunos empresarios puedan estar celebrando, la falta de consumo y la escasez de dinero en los bolsillos de los trabajadores están llevando a la ruina a sectores como la hotelería, la gastronomía y los viajes.
A pesar de los intentos del gobierno de fomentar el individualismo, es evidente que pocos podrán sobrevivir solos en esta situación. Vivimos en un momento en el que afloran los peores aspectos de la política, con traidores y mercenarios que negocian a expensas de los más vulnerables.
Durante meses, hemos sido víctimas de un Decreto de Necesidad y Urgencia que ha causado estragos, pero ha protegido a los grandes conglomerados económicos. El aumento despiadado en los costos de la medicina prepaga es solo un ejemplo de ello.
El caos se extiende al sector turístico, con la abolición del Registro Nacional de Agencias de Viajes y la falta de regulación en el Turismo Estudiantil. En medio de este desastre, las autoridades a cargo de la política turística muestran una gestión deficiente, buscando privatizar empresas estatales eficientes como Aerolíneas Argentinas.
La situación se agrava con los aumentos desproporcionados en los servicios básicos y los combustibles, mientras que los salarios están entre los más bajos del mundo en términos reales. La economía está en picada, con una inflación descontrolada y un consumo en declive constante.
A pesar de los intentos del gobierno por mostrar programas de incentivo, la realidad es que la demanda sigue siendo baja y los costos operativos están en niveles insostenibles para muchos negocios. La crisis es innegable, y aunque algunos intenten disfrazarla, la situación empeora día a día.
En resumen, nos enfrentamos a un futuro incierto en el sector turístico, con un gobierno que parece más interesado en satisfacer a los poderosos que en proteger los intereses de la población. Es hora de que las autoridades asuman su responsabilidad y tomen medidas concretas antes de que sea demasiado tarde.
Fuente: Turismo530.