En el corazón del departamento catamarqueño de Andalgalá, un fenómeno natural ha capturado la atención de los amantes de la aventura y la naturaleza: el río Aguada del Cobre. Este tesoro escondido, ubicado en el límite entre las provincias de Catamarca y Tucumán, deslumbra con sus aguas color turquesa, resultado de la alta concentración de cobre en la zona que, al mezclarse con el agua, crea una tonalidad única que contrasta con las montañas y el paisaje desértico circundante.
Una travesía hacia lo desconocido
Llegar al río Aguada del Cobre no es tarea sencilla, pero la experiencia vale cada esfuerzo. La excursión comienza en localidades como Santa María o Andalgalá, desde donde se toma la ruta provincial 47. Tras recorrer aproximadamente 150 kilómetros en vehículos 4×4, atravesando el imponente Campo del Arenal y puntos históricos como El Ingenio, los turistas llegan al punto de partida del trekking.
“El recorrido combina paisajes espectaculares con paradas en sitios históricos que narran la rica historia minera de la región”, explica David Florez, un guía local con más de 9 años de experiencia. Durante el trayecto, también se puede apreciar el antiguo cable carril, una obra de ingeniería que transportaba minerales desde las montañas hasta la ciudad, un testimonio del pasado productivo de la región.
El espectáculo del río turquesa
Tras un trekking de 20 minutos por un sendero accesible para todas las edades, aparece el río Aguada de Cobre en todo su esplendor. “La magia del lugar reside en la intensidad de su color, que contrasta con las rocas y la arena circundante”, comenta David. Este fenómeno alcanza su máximo impacto en la zona de cascadas, donde el agua azulada crea un espectáculo visual inolvidable.
El tramo donde las aguas turquesas son visibles abarca unos 400 metros antes de filtrarse en el terreno, convirtiéndose en un rincón ideal para la fotografía y la contemplación.
El refugio minero: historia y hospitalidad
La excursión incluye una parada en el Refugio Minero, un hotel único construido sobre una antigua mina de rodocrosita. Este lugar, además de ofrecer comida y alojamiento, alberga un pequeño museo que preserva la historia minera de la región. Los visitantes pueden explorar herramientas antiguas y túneles utilizados para la extracción de este mineral semiprecioso, conocido como la «rosa del Inca».
“La historia del refugio es inspiradora”, señala David. “Su fundador, Champa, transformó una mina abandonada en un oasis turístico, demostrando cómo las adversidades pueden convertirse en oportunidades.”
Un destino para todo el año
Aunque el río Aguada de Cobre puede visitarse durante todo el año, el mejor momento es entre mayo y noviembre, cuando el clima seco garantiza accesibilidad y claridad en el agua. Durante la excursión, se recomienda usar ropa ligera, protector solar y gorra, ya que el río se encuentra a 3,000 metros sobre el nivel del mar, en un paisaje dominado por vegetación de altura y bajo una intensa radiación solar.
Para los locales, el río Aguada de Cobre es más que un atractivo turístico; es un lugar cargado de historia y significado. “Nuestro objetivo no es solo mostrarles un paisaje, sino compartir con ellos la esencia de nuestra tierra. Queremos que los visitantes aprendan a valorarla y cuidarla como lo hacemos nosotros”, concluye David.
Con su combinación de paisajes únicos, historia fascinante y una experiencia inmersiva, el río Aguada de Cobre se posiciona como un destino imperdible en el noroeste argentino, cautivando a todo aquel que se atreve a descubrir sus secretos.